Opinión
Editorial: Se roban hasta los radares
Sorpresa e indignación causó un robo que perjudica al control del tránsito en esta ciudad.
Sorpresa e indignación causó un robo que perjudica al control del tránsito en esta ciudad. En efecto, se han robado las cámaras de los radares recién instalados por la entidad municipal que regula el tránsito en Guayaquil.
Sospechan las autoridades municipales que el robo sea una venganza por las multas impuestas a quienes exceden la velocidad límite. Quizás es verdad, pero ya antes los cacos robaron los bustos de bronce de varios periodistas que fueron galardonados con esa distinción en una importante avenida. Las sospechas giraron alrededor del valor de esos bustos y en metal, y tuvieron razón quienes mantuvieron esa sospecha, pues esos bustos representaban, al fundirse, una suma de dinero que los ladrones aprovecharon causando perjuicio a la ciudad, a su historia y a sus ciudadanos respetables.
Quizás el robo de los radares sea la venganza, como se cree en la entidad municipal. Pero también puede ser que el robo sea para apoderarse de unos bienes que tienen un valor monetario y que podrían ser vendidos. El robo de los bienes públicos tiene una severa sanción penal y es urgente que la justicia logre identificar a los malandrines.