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Diario Extra Ecuador

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De vez en cuando se menciona que los ecuatorianos somos víctimas del ruido que afecta tanto a las actividades laborales como a la salud, se incluye a los que gustan pitar “por las pura”... a los vendedores que a gritos pregonan lo que ofertan o compran. Lo que apena más es que algunos parques y centros de recreo han pasado a poder de los peloteros, grandes y chicos, hasta bien entrada la noche.

Agréguese que muchas personas tienen carros y anuncian su llegada a su casa a pitazos, los cuales son respondidos por ladridos de perros, pues hay lugares donde el número de mascotas superan a los humanos y es fácil imaginar el ruido si las alarmas se encienden.

Respetables médicos han dado la alerta sobre el peligro que se cierne sobre todos si no se frena el ruido debidamente.

Guayaquil necesita enérgico control para frenar que algunos sitios de recreo se hayan convertido en lugares donde los peloteros molestan hasta que alguien les llama la atención.

El abuso de pitar tiene que ser frenado a como de lugar, y más si se pita sin son ni ton, o para anunciar que se ha llegado a un destino. Las ordenanzas tienen que activarse con multas no por capricho, sino en defensa de la salud de los demás.

Todo es cuestión de comenzar, y veremos que en corto tiempo la lección se aprende y pasaremos al grupo de naciones donde cada ser humano tiene la obligación de respetar a los demás. Así lo señala la ley y la cultura.

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