Furor de la corrupción

Causa indignación y asombro observar cómo la corrupción ha invadido los sectores públicos y privados en toda Latinoamérica, con escándalos terribles en Argentina, Brasil, Perú, Colombia y, desde luego, también en el Ecuador.

Una empresa constructora muy poderosa habría destinado más de 800 millones de dólares para comprar honores y conciencias. En Perú ya están inculpados tres expresidentes, uno con prisión preventiva. En nuestro país los actos muy graves de corrupción surgen todos los días y se vuelve a decir que donde se aprieta emana pus, en el pútrido abismo de la corrupción.

La Fiscalía General del Estado tiene en sus manos decenas de documentos, que demuestran la perversión con que se han manejado las cosas públicas, y no solo por limitadas cantidades, sino por algunos millones de dólares.

Los corruptos van mostrando sus perversos rostros. El tío de un alto funcionario ha recibido 13 millones de dólares como pago de sus gestiones para tener contratos millonarios, y todavía se guarda el secreto de la lista de los sobornados por Odebrecht, que ha producido en el país un cambio de estilo en el manejo de los altos intereses públicos. Pero ese cambio no es suficiente. Debe haber una actitud que castigue severamente todo acto de corrupción.