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Opinión
Las coimas en las carreteras
La falta de moralidad de algunos agentes de tránsito, que han convertido las infracciones viales en una mina de ingresos propios, se observa a diario en las carreteras del país, especialmente en las estrechas y con mayor falta de señalética como la Durán-Tambo y la Milagro-Naranjito, sin áreas para rebasar.
Los conductores distraídos, que hablan por teléfono o rebasan en zonas prohibidas porque no les queda otra opción, son los primeros en ser extorsionados con amenazas de multas. Aunque a veces también caen algunos por infracciones que ni siquiera han cometido.
Los vigilantes están para velar por el orden del flujo vehicular y peatonal en las vías públicas, mediante funciones preventivas, de asistencia técnica, vigilancia y control de las normas de tránsito y transporte, y no para engordar sus arcas personales con coimas.
Los conductores que utilizan ciertas vías con frecuencia han creado sus propios códigos de comunicación de carreteras, para anunciar, con señales de luces, la presencia de radares sin advertencia o de los malos agentes en la ruta, que están deteniendo a los vehículos, con el pretexto de que han excedido la velocidad, cuando no hay señales que marquen los límites permitidos.
Urge la moralización y depuración de los cuerpos de seguridad. La seguridad vial es la que está en juego.