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Diario Extra Ecuador
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Imaginen a una manada de leones cazando a una cebra, la cual corre en zigzag, salta y esquiva todo lo que se le cruce en frente para no ser atrapada por los felinos. Así ocurre cada año en el país con alrededor de 290.000 nuevos bachilleres con sueños de grandeza y de conquistas que buscan un cupo universitario de los 90.000 disponibles a nivel nacional. ¿La solución es cerrar la Senescyt? ¿Qué hacer con las 200.000 almas en pena que pugnan por una lugar en las aulas?

El examen Ser Bachiller, el cual se prometió eliminar y reemplazarse, por parte del presidente Guillermo Lasso, parecía más una herramienta disuasiva que científica y definía, según su puntaje, el destino educativo y profesional de los aspirantes. Miles de bachilleres que tenían una carrera definida por estudiar pero que con el resultado de dicho examen tuvo que ser cambiada, vieron truncados sus sueños de ser el profesional que toda su vida anhelaron. Al final del día la derivación que provocaba dicha prueba buscaba como objetivo colocar alumnos en otras carreras olvidadas y no tan interesantes para el gremio estudiantil universitario.

El problema de cupos no tiene relación con el examen Ser Bachiller, pero sí estimula a nuestros jóvenes a estudiar la carrera que por vocación o afinidad desean. La creación de cupos universitarios no es algo tan fácil de definir, pero se debería comenzar invirtiendo más recursos en la creación de nuevas universidades públicas, nuevos campus, extensiones, clases online aprovechando el tema de la enseñanza telemática que se aplica actualmente, etc. ¿De dónde se obtienen los recursos? Eso es tarea de nuestros gobernantes, por esa razón fueron elegidos para garantizar la educación en todos los niveles y estratos sociales.

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