Editorial: ¡Un aluvión que no debe ser olvidado!

Hace un año, las imágenes de la avalancha de lodo que bajaba por las calles de La Comuna y La Gasca, en el norte de Quito, fueron el preludio de la desgracia.

Pasadas las 18:00 de aquel fatídico 31 de enero de 2022, las malas noticias empezaban a difundirse. Un muerto, dos, tres… se contabilizaban mientras se removía parte de esa marea asesina que llegó de la quebrada El Tejado, en las faldas del Pichincha.

Al final, 28 personas fallecieron y muchas familias quedaron rotas, con un trauma que jamás podrá sanarse. Ahí está el caso de la mujer que perdió a su marido y a cuyo retrato se aferra para no quitarse la vida. También el de aquel taxista que tiene su pierna destrozada y que no ha podido ser curada porque su corazón no soportaría una operación.

Y ante esto, la ayuda no ha sido suficiente, asegura la mayoría de damnificados. A pesar de que las autoridades municipales han lanzado hasta cifras de lo invertido, los afectados juran que mucho ha quedado en promesas y que no han visto un compromiso serio para socorrerlos a largo plazo.

Esta desgracia cumple un año, pero lo más trágico realmente sería que estas personas arrasadas por la fatalidad queden en el olvido.