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Opinión

Editorial: Autoridades caraduras

Hay declaraciones que desnudan a gran parte de la clase política del país. Que un alcalde electo asegure que la ley le permite llevarse para su bolsillo un porcentaje del contrato de una obra es, sin duda, un reflejo bien sea de la ignorancia o de las verdaderas ansias de incursionar en la política para lucrarse de ella.

Como piensa este funcionario, seguramente muchos lo hacen, y la evidencia está enfrente de todos. Centenares de vallas publicitarias fueron instaladas en Guayaquil a vista y paciencia de las autoridades locales, sin el debido permiso de funcionamiento. Otro caso es la carretera que fue construida precisamente hasta la puerta de ingreso de un club social en Playas, perteneciente a una reconocida empresaria del país, cuando la localidad más próxima estaba aún a unos cuantos kilómetros de distancia.

Fueron elegidos para pavimentar las calles, no sus bolsillos. Fueron elegidos para que administren los recursos de todos de la mejor y más eficiente manera, no para que, citando a una asambleísta, “roben bien”.

La dirigencia política está en deuda con los ciudadanos. Y los ciudadanos deben exigir más de la dirigencia política. Rendir cuentas debe ser un ejercicio diario de los políticos, y de los ciudadanos el demandar respuestas.