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Opinión

Editorial: Durán demanda más atención

No hace falta vivir en Esmeraldas, o cerca de esta ciudad norteña, para ver lo que sucede en ese territorio colindante con Colombia. A pocos kilómetros de Guayaquil, y a escasos de Samborondón, está Durán que, con las distancias del caso, puede ser el vivo reflejo de los altos niveles de violencia, delincuencia y criminalidad organizada que se registran en la Provincia Verde.

Los esfuerzos del Gobierno central para proteger a los habitantes de este cantón guayasense, se opacan con la secuencia de hechos violentos que ocurren a diario, como si en este cantón no hubiese presencia estatal. La minimización de la alerta de los primeros cuerpos colgados en un paso peatonal de Durán ha traído graves consecuencias. Es intolerable que los 230.000 habitantes de esta jurisdicción tengan que encerrarse entrada la noche por temor a la delincuencia, pero el colmo es que esa misma localidad sufra diariamente por la escasez del vital servicio de agua potable, cuya cobertura no alcanza ni siqiera al 50 % de la población.

Los duraneños merecen caminar con tranquilidad por sus calles, y la única manera de arrancar a este cantón de las garras del crimen organizado es recuperando el tejido social y fortaleciendo a la clase media, que tanto le fastidia a los del socialismo del siglo XXI. La falta de actuación condena al pueblo a la miseria y a un estallido social futuro.