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Opinión
Editorial: La fiesta debe ser para todos
Que cada sector se sienta parte de esta conmemoración, no como espectador, sino como protagonista
Julio, el mes de las fiestas de Guayaquil por los 490 años de su proceso fundacional, necesita vivirse con un verdadero sabor festivo en cada rincón de la ciudad y a lo grande, no como simples chispazos esporádicos. ¡Guayaquil se lo merece! Y no solo por ser la capital económica del país, sino también por los golpes que han recibido sus habitantes al ser arrinconados por la violencia criminal, las extorsiones y los secuestros. Delitos que han minado la confianza, alterado los nervios y afectado los bolsillos de muchos.
Los guayaquileños necesitan momentos de esparcimiento seguro, espacios para reencontrarse con sus raíces y revitalizar su amor y compromiso por esta ciudad. Por eso, no todo debe quedar en manos de la administración municipal. El plan de festejos debe involucrar activamente a la empresa privada, al Gobierno Nacional y a todos los sectores ciudadanos. Solo así se logrará que el mes del guayaquileñismo se viva y se respire a lo largo y ancho de la urbe.
Sentir y celebrar a Guayaquil no debe ser un privilegio de unos pocos ni concentrarse en los sitios de siempre (el malecón, Las Peñas o la 9 de Octubre), donde se iza la bandera celeste y blanco. Hay que repartir la fiesta, llevarla a los barrios populares, a las cooperativas, a las ciudadelas del norte y del sur. Que cada sector se sienta parte de esta conmemoración, no como espectador, sino como protagonista.