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Diario Extra Ecuador

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Lo ocurrido el fin de semana con el exfutbolista Iván Kaviedes y que inundó las redes sociales con comentarios a favor y en contra del Nine, deja dos lecciones básicas por aprender.

La primera es que una figura pública es, antes que nada, un ser humano. Kaviedes tuvo sus días de gloria y fama, en los que no faltaron los excesos que ya iban marcando en él un futuro fuera del fútbol profesional. Y, en efecto, cuando la pelota dejó de rodar en su vida, el alcohol (y quién sabe si algo más) impactó en él. Cayó en problemas, se fue quedando sin dinero y debía jugar en torneos barriales o de exhibición, en los que le pagaban unos cuantos dólares y lo premiaban con ‘biela’.

Tampoco hay que llegar al exceso de ‘santificar’ a Kaviedes como muchos en redes sociales han hecho, asegurando que es una gloria deportiva y queriendo con eso tapar sus errores. Pero es que de nada le sirvió tanta fama porque el Estado cuenta con una pobre política pública de ayuda a las personas con problemas de adicción y hoy el resultado es el que ya todos conocen. 

La segunda es que la Policía no está preparada para enfrentar casos tan básicos como el de una persona ebria y belicosa. Que el Nine es grande y fuerte es cierto, pero que esa sea la excusa puesta para actuar como lo hicieron los uniformados es un absurdo. El tan mentado ‘uso progresivo de la fuerza’ tiene sus límites y hay que saber aplicarlo.

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