Editorial: ¡Todo a la maldita sea!
Otro mal para nuestra enorme ‘colección’ como país es el relajo que dejan los funcionarios públicos al término de sus administraciones.
¡Todo a la maldita sea! Huecos financieros, escasa documentación de respaldo, contratos ‘truchos’ e informes de gestión inflados, que dista mucho de lo que realmente la ciudadanía palpa.
Y las obras emblemáticas, que en tiempos de campaña fueron utilizadas para captar votos y reelegirse, algunas -incluso- inauguradas al apuro cuando no cumplían los parámetros técnicos para su correcto funcionamiento, están estancadas o marchan ‘a media llave’. ¡Todo a la maldita sea!
Esa actitud mediocre y revanchista de ciertos funcionarios afecta al progreso de las ciudades y al bienestar de sus habitantes. Y así tienen la osadía de postularse para otros cargos públicos.