Exclusivo
Opinión

Editorial: Más control, menos desgracias

Sin radares efectivos, el exceso de velocidad se normaliza en Ecuador. El debate no es multar, sino controlar bien para salvar vidas

Las cifras de accidentes no mienten: manejar en Ecuador es una ruleta rusa. Sin control en serio, las calles y carreteras quedan a merced de quien pisa más el acelerador y menos el freno. La falta de radares dejó al descubierto algo que ya se sabe, pero que muchos prefieren ignorar: cuando nadie vigila, el exceso de velocidad se normaliza. Autopistas, avenidas y carreteras se convierten en pistas improvisadas, con señales borrosas, inexistentes o simplemente ignoradas.

Claro que los radares tienen que volver, pero no como antes. No como máquinas para sacar plata con multas mal explicadas y equipos cuestionables. Lo que se necesita es un sistema moderno, bien calibrado, transparente y pensado para prevenir accidentes, no para llenar bolsillos.

La seguridad vial no puede depender de improvisaciones ni de negocios disfrazados de control. Aquí no se trata de castigar por castigar, sino de poner orden para que la gente llegue viva a su casa.

Porque controlar no es joder al conductor: es cuidar vidas. Y mientras el desorden en las vías siga cobrando víctimas, los radares —bien usados— siguen siendo una herramienta necesaria. Siempre y cuando estén al servicio del ciudadano y no en su contra.