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Opinión
Editorial: Entre el miedo y la falta de control
La inseguridad y el caos vial sumen a Guayaquil en una crisis profunda. La falta de acción de autoridades locales y del Gobierno agrava el abandono
La inseguridad y el desorden vial mantienen a Guayaquil en una parálisis que, lejos de ceder, se profundiza ante la inacción de las autoridades locales y del Gobierno central. La falta de radares operativos, cuya calibración sigue pendiente, es solo una muestra del estado de abandono en el que se encuentra la ciudad.
A pesar de contar con miles de agentes, la Agencia de Tránsito Municipal no logra imponer un mínimo de orden en las calles. La anarquía vehicular se suma al clima de violencia que ha llevado a que muchos uniformados prioricen intereses personales antes que el cumplimiento de sus funciones.
La ciudad se apaga cada día más temprano. Las calles vacías por las noches reflejan un instinto colectivo de supervivencia. Donde antes había movimiento comercial, vida nocturna y encuentros sociales, hoy solo queda abandono. La sensación de inseguridad es tal, que ni los propios guayaquileños se sienten a salvo. En ese escenario, pensar en atraer turistas resulta inviable.
La tibieza con la que se ha actuado hasta ahora resulta inaceptable. Existen reportes ciudadanos que advierten sobre zonas de alto riesgo, pero no hay presencia policial estratégica que prevenga los delitos. Guayaquil, que alguna vez fue símbolo de desarrollo y dinamismo, no puede seguir marcada por el miedo.