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Opinión

Editorial: Terribles crímenes

Los asesinatos de dos familias, uno en Guayaquil y otro en La Troncal, evidencian el grado de violencia y criminalidad en el país. Estos escalofriantes sucesos, ocurridos con solo unos días de diferencia, se suman a los continuos atentados con víctimas mortales, que están superando en número a los ocurridos durante el mismo lapso del año pasado.

En el crimen de la familia de cinco personas cometido en el Puerto Principal, la policía sospecha que pudiera deberse a algo más que un ajuste de cuentas entre los grupos de narcotraficantes, que no permiten intromisiones extrañas en las zonas donde practican su ilegítimo negocio. En el caso de La Troncal, una menor de edad fue sobreviviente y pudo identificar a uno de los victimarios.

Estos hechos conmovedores, que se suman a los continuos asesinatos, que se dan hasta con decapitaciones que parecen tener un mensaje siniestro, deben poner en alerta a las autoridades.

Es necesario un mayor control, sobre todo en sectores desprotegidos. Y los jueces deben cumplir con su deber de tratar con severidad los casos de sicarios y autores intelectuales, para que reciban su castigo y no vuelva a reinar la impunidad, ni emitan de nuevo sentencias de pocos años de privación de libertad.