De escándalo tras escándalo, en el Ministerio de Salud Pública todo pasa como si nada. Al final, los ecuatorianos son los que pagan las consecuencias de la inoperancia en el sistema sanitario. La norma es clara: no pueden recibirse fármacos con una fecha de expiración menor a los seis meses en las unidades de salud, pero se reciben.

Y el hecho de que no se haya ingresado el lote al sistema y no se hayan efectuado los pagos, no significa que los fármacos no hayan entrado a las bodegas. Ni siquiera debieron traspasar las puertas del hospital. Quienes dejaron que aquello ocurra tienen tanta responsabilidad como los que compraron esos fármacos.

De qué sirven los anuncios de que se han abierto investigaciones para conocer detalles sobre estos hechos, si después de esto no hay sancionados. Todo sigue igual hasta que llega otro escándalo y se hacen nuevos anuncios de lucha contra la corrupción. ¿De qué sirve un comunicado de prensa del Ministerio de Salud, a través del cual anuncia que garantiza la llegada de medicamentos seguros para la ciudadanía, si la cadena de inoperancia no termina? Y esa incompetencia la sufren los pacientes.

¿Cómo puede decir el presidente de la Comisión de Salud de la Asamblea que “el escándalo es por gusto”? Con ese “por gusto” se está poniendo en peligro la vida de los niños que padecen cáncer y que son atendidos en el hospital Francisco de Icaza Bustamante. ¿Cómo se puede decir que los responsables son solo los gerentes de los hospitales y no el Ministerio de Salud? ¿Acaso los hospitales no son del Ministerio? ¿Hasta cuándo se le miente al país?