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Opinión

Hartos de tanta sangre

La inseguridad nos gana la batalla y no solo es la COVID-19 la que se está llevando a los nuestros, también las balas. Sicariatos, robos, asesinatos son la noticia diaria con la que desayunamos, almorzamos y merendamos. Personas asesinadas con diez, veinte, treinta tiros, robos violentos que terminan en muertes y policías asesinados son algunos de los ejemplos de cómo los ecuatorianos vivimos con miedo hasta de respirar.

El último crimen violento para nuestra colección de álbum de terror se dio en las escalinatas del cerro Santa Ana de Guayaquil, cuando un turista holandés por evitar ser robado fue asesinado dentro de un local. Días atrás un ciudadano fue víctima de sicariato en los parqueaderos de un centro comercial a plena luz del día: el gatillero se acercó caminando y de un solo tiro en la cabeza terminó con su vida, y una vez cometido el ‘encargo’, así como tranquilo llegó, tranquilo se fue. Esta misma semana en un local de comidas en Samanes un policía fue abatido al intentar evitar un asalto y en el cruce de balas el delincuente también perdió la vida.

Los antisociales roban y matan porque sienten que de alguna manera la ley los ampara. Porque si en medio de un asalto el policía hace uso de la fuerza y el ladrón muere, lo procesan y hasta termina en ‘cana’.

Y las autoridades le dan la vuelta al mismo discurso que ya nadie se traga: “nos faltan más policías”, “son muertes selectivas entre bandas” o “haremos más operativos”. Los ecuatorianos esperan una respuesta firme y con hechos. ¡El país está harto de tanta sangre!