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Opinión

Editorial: ¿Los militares se quedaron sin gasolina?

La violencia delictiva y criminal, que golpea sin piedad a gran parte del país, se ha burlado del decreto de estado de excepción -el inicial en enero pasado, luego del ataque a TC, y ahora el renovado-, haciendo lo que le da la gana.

Lo que en principio fue visto como un buen impacto para acabar con tantos robos, secuestros, extorsiones y asesinatos en las calles duró, lamentablemente para los ecuatorianos, tan poco. Los pillos han vuelto. Y, lo peor de todo, ¡recargados de maldad!

Basta un ejemplo: Durán, que a esta fecha del año pasado registraba 22 muertes violentas, lo que ya asustaba a su población, este 2024, en el mismo período, lleva ya 107 asesinatos. ¡Un 486 % más y ni siquiera se termina el tercer mes del año! Tal es el poder de los grupos armados en este territorio, que ni el propio alcalde, el jefe máximo del cantón, puede trabajar en paz y debe seguir escondido, amenazado y con miedo de que en cualquier momento lo vuelvan a intentar asesinar, como ya lo hicieron el mismo día que debía tomar posesión del cargo.

 Quevedo, en Los Ríos; Portoviejo y ahora Picoazá, en Manabí; La Libertad, en Santa Elena; Guayaquil, Daule, Milagro, en Guayas... donde quiera la violencia criminal ha vuelto a sus anchas. Ah, por cierto, a los militares parece que se les terminó la gasolina, porque ya ni se los ve por la calle.