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Opinión

Samborondón no solo es La Puntilla

La atención municipal en Samborondón no puede concentrarse ni circunscribirse a la parroquia La Puntilla, donde se asienta la población más pudiente de este cantón guayasense, porque hay necesidades insatisfechas en sus 252 kilómetros cuadrados de extensión.

La falta de los servicios básicos de agua potable y alcantarillado sanitario y pluvial es la queja constante de los habitantes de Samborondón, donde es muy marcada la diferencia entre las zonas de clase alta y media y la de clase baja, más que nada por la desatención de los gobiernos de turno, que no han ejecutado las obras necesarias para mejorar por igual la calidad de vida de todos los habitantes.

El crecimiento poblacional desordenado se observa en la vía La Puntilla-Tarifa, por la falta de una planificación urbana que permita que primero se haga la urbanización de los terrenos y después se construyan las casas. Los asentamientos irregulares continúan sin ser frenados, como si no fuese importante un desarrollo urbanístico planificado.

Los samborondeños deben alzar su voz de protesta por la desatención de la autoridad local, que incluso está en deuda con La Puntilla porque no tiene un sistema sanitario y pluvial. Los pozos sépticos deben terminarse.