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Diario Extra Ecuador

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Hay una fiebre en el mundo por perseguir al periodismo, censurar diarios y silenciar a las cadenas de radio o televisión que no se alinean al poder de turno. Pasó en Ecuador, donde se elaboró la ley mordaza más restrictiva de todos los tiempos; en Venezuela acabaron con los medios críticos del chavismo, en Nicaragua usaron la fuerza para consolidar la propaganda gobiernista, y así por el estilo en países con democracias débiles o inexistentes. Lo curioso es que ahora ocurra en Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump intenta minar la credibilidad de los medios calificando de “noticias falsas” a todas aquellas que no le favorecen. El mandatario ha declarado la guerra a todos los que osen cuestionar su autoridad al frente de una de las naciones más influyentes del mundo.

Por suerte, las libertades fueron blindadas en ese país en 1791 gracias a la famosa Primera Enmienda constitucional, que “prohíbe la creación de cualquier ley con respecto al establecimiento oficial de una religión, que impida la práctica libre de la misma, que reduzca la libertad de expresión, que vulnere la libertad de prensa, que interfiera con el derecho de reunión pacífica o que prohíba el solicitar una compensación por agravios gubernamentales”.

Quienes atacan a los medios de comunicación generalmente tienen algo que esconder. Expresidentes de Argentina, Brasil y Perú arremetieron contra ellos cuando se vieron cercados por escándalos imposibles de detener. La prensa siempre será incómoda para el poder, que intentará controlarla como sea. ¿Lo permitiremos?

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