Hace algunas décadas el escritor norteamericano Irving Wallace, autor de los más vendidos “best seller”, en su leída novela “El Presidente” profetizó la llegada de un hombre de color a la Casa Blanca, lo que ocurrió años después con la llegada de Barak Obama a la Casa Blanca. Una fantasía igual sería la de poner en el mismo sitio de Washington, por primera vez, a una dama, lo que pudo ocurrir el pasado martes de no haber ganado el candidato republicano en las elecciones de la Yoni.

En efecto, desmintiendo a las encuestas que en su gran mayoría le daban el triunfo a Hillary Clinton, fue Donald Trump quien se llevó el triunfo en forma inesperada. Y lo que resulta paradójico es que el candidato ganador haya hecho propuestas agresivas, como la de expulsar a millones de migrantes en ilegalidad, impedir la entrada de musulmanes y construir un muro de muchos kilómetros de largo para separar a EE.UU. de México, amén de su enfrentamiento con la prensa más representativa que, por supuesto, apoyó a la candidata demócrata en su campaña electoral.

El resultado final que favoreció al candidato sin antecedentes políticos, además, es preocupante en cuanto a que la xenofobia por él aplicada a su promoción electoral sería parte del sentimiento del pueblo norteamericano. Por lo que podría preguntarse si en verdad funciona aquel principio que afirma que los pueblos tienen o se otorgan los gobiernos que ellos se merecen. (FCV)