Entre la tierra suelta, el asfalto cuarteado y el polvo que se levanta con cada vehículo que pasa, un grupo de ciudadanos se ha convertido en el único dique contra el deterioro y el peligro mortal de la vía E-20, en el tramo que conecta Quinindé con Esmeraldas. Hartos de esperar soluciones que nunca llegan y de ver cómo los huecos en la carretera provocan choques, volcamientos y muertes, decidieron actuar.

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“Es nuestro aporte a la vida, porque ya no queremos más accidentes de tránsito. La gente muere por esquivar los huecos. Esta es una acción totalmente ciudadana”, cuenta Gustavo Tello, quien, junto a Renán Casal, Jesús Constantino y Edison Chila ha tomado una decisión que debería incomodar a los responsables del mantenimiento vial: reparar por su cuenta lo que el Estado ha abandonado.

Los voluntarios, sin maquinaria pesada ni recursos públicos, emprendieron una cruzada de bacheo en los tramos más críticos de la E-20, arteria fundamental de ingreso y salida a Esmeraldas. Todo lo han costeado con autogestión: materiales, señalética, alimentación, transporte y, sobre todo, su fuerza de trabajo.

152 baches cubiertos en un día 

En el trayecto comprendido entre Cupa y Zapotal, lograron cubrir 152 baches. Uno de ellos medía 2,5 metros de largo, 80 centímetros de ancho y 65 de profundidad. “Ese hueco ha causado varios accidentes. No entendemos cómo han dejado que algo así exista en plena carretera principal”, comenta Jesús Constantino.

Aunque el domingo 15 de junio se detuvieron momentáneamente para descansar, este lunes 16 reanudaron la tarea en la zona de Vergel–Chucaple, donde intervinieron los cuatro carriles del tramo con la misma convicción que los ha movido desde el inicio: evitar más tragedias.

La E-20, vital para la economía y movilidad de la provincia, lleva años sumida en el abandono. Ha sido testigo del desinterés de los gobiernos de turno y víctima de promesas rotas. Sin embargo, tras el anuncio del presidente Daniel Noboa, se espera que el Ministerio de Obras Públicas (MOP) inicie en los próximos meses una reconstrucción integral de la vía. Para los voluntarios, esa promesa aún está por verse. Mientras tanto, seguirán llenando huecos con sus propias manos y recursos, convencidos de que salvar vidas no puede esperar trámites ni discursos.

“Nosotros no buscamos fama ni dinero, solo queremos que la gente llegue viva a casa”, sentencia Edison Chila, mientras con una pala en mano se prepara para cerrar otro de los muchos cráteres que siguen acechando a quienes transitan por la E-20.

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