Luis Seminario tiene 23 años, pero su vida parece sacada de un capítulo épico de Dragon Ball, con él como protagonista al estilo Gokú. Hace cinco años, tras una dura decepción amorosa que lo llevó a abandonar el colegio, recorría las calles de Durán vendiendo pan para sobrevivir. Fue en ese momento cuando decidió crear a Ñokú, un personaje inspirado en la versión original de Gokú, con el que conquistó TikTok y a casi 700.000 seguidores.

Aunque fuera de su personaje Luis no habla mucho, cuando lo hace se nota su estilo callejero y la jerga de barrio. Con el pelo teñido de morado, Ñokú suma cerca de 700.000 seguidores en TikTok, quienes disfrutan de sus videos de humor, de la vida diaria y de acción.

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Si le preguntan a quién salvaría primero, a su ‘pelada’ o al mundo, no duda: “Al mundo, porque si salvo a mi ‘pelada’, ¿cómo vamos a vivir en el espacio? Tengo que salvar al mundo, si no, nos morimos todos, pues”, contestó ‘sin paro’ a EXTRA.

Vivir entre obstáculos

Convertirse en influencer no ha sido sencillo. Por su apariencia le han gritado “hachero”, “vacunador” y otros insultos que muchas veces lo han hecho cabrear.

Detrás de la imagen colorida y graciosa, hay una historia marcada por una niñez y adolescencia duras. Creció en un barrio humilde del cantón ferroviario, dentro de una familia numerosa -12 hermanos- y con una relación distante con sus padres.

En la escuela sufrió acoso por su apariencia, en especial por el tamaño y la forma de su nariz. Eso lo llevó a constantes peleas y expulsiones.

El año pasado, ya con una gran base de seguidores, decidió operarse la ‘ñata’. Ahora la luce con orgullo y, para no dejar dudas, abre el carrete de su celular y muestra el “antes”. Ante la pregunta de si la operación fue un canje, solo sonríe.

'La pelada' lo dejó por otro

Abandonó los estudios en segundo de bachillerato, no por malas notas, sino porque la ‘pelada’ con la que estuvo más de tres años lo dejó por otro. “Una man me puso los ‘cachos’ y ya no quise estudiar. Me fui a vender pan en la calle”, recuerda. Desde entonces ha pasado más tiempo afuera que en casa, vendiendo y rebuscándosela para sobrevivir.

El camino en redes tampoco ha sido fácil. En 2022 perdió su cuenta más grande, con unos 800.000 seguidores, tras ser víctima de un robo a la salida de un centro comercial. “Me hicieron el cuento del anillo y me quitaron todo: celulares, mochila, ropa… ahí se me fueron hasta las claves de las cuentas”, lamenta.

No era la primera vez: antes ya había perdido otra cuenta con 50.000 seguidores. A pesar de los golpes, Ñokú sigue creando contenido junto a sus amigos, quienes suelen aparecer en sus videos.

De volver a estudiar no quiere saber nada y asegura que, si un día se acabaran las redes, no tendría problema en buscarse la vida de otra forma: recogiendo botellas, trabajando en un restaurante o en lo que toque. Porque, como dice él mismo, “la cosa es recuperarse”.

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