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Cáncer de seno: no suelten las manos de las mujeres que lo padecen
Pacientes oncológicas cuentan el proceso por el que pasaron tras recibir el diagnóstico. Es un camino silencioso y solitario, aseguran. El acceso a la salud no ha sido fácil.
Ruth Carrión estaba en su tercer mes de embarazo cuando le diagnosticaron cáncer de seno. El mundo se le vino abajo. Pero ella no podía rendirse. La vida de su bebé también estaba en juego.
Hoy, a tres años de esa fecha, a Ruth le es difícil recordar de dónde sacó la fuerza para enfrentarse a la enfermedad. Decidió hacerlo sola. “No quería preocupar a mi familia. Lo supieron cuando terminé en el hospital”.
Como ella, cada año, en Ecuador, 8 mil mujeres son diagnosticadas con cáncer de mama. El 74 % se enfrenta a la enfermedad en soledad. Así lo confirma la Fundación Jóvenes contra el Cáncer, que reveló que solo el 11 por ciento de pacientes cuenta con el apoyo de sus parejas.
Según la organización, el cáncer de seno representa una carrera contra el tiempo, el agotamiento, el sistema de salud pública y la seguridad social, la escasez de medicamentos...
Ruth salió a pelear por su vida, pero sobre todo por la de la criatura que crecía en su vientre. A los tres meses apareció un tumor del tamaño de una pelota de tenis. Le amputaron el pecho derecho. Otro golpe.
Luego la bebé de Ruth tuvo sufrimiento fetal. Era necesario inducirle el parto, pero los fármacos le habían quemado las venas. “Di a luz con morfina para el dolor”. En ese instante, la lucha recién empezaba. “Todas las medicinas tienen efectos secundarios, pero con las genéricas es peor. No soporto el dolor en los huesos”.
Mitigar la soledad
Doce mujeres de diferentes provincias se juntaron en el norte de Quito, la semana pasada. Octubre es el mes en el que se visibiliza la lucha contra el cáncer de mama y ellas recuerdan a las que se fueron.
Para Selena Mafares, el apoyo de las chicas ha sido vital. Descubrió que tenía una ‘bolita’ un día mientras se bañaba.
Sintió miedo. Estuvo de un médico a otro y cuando recibió el diagnóstico prefirió echarse al abandono. Sus hijos la hicieron cambiar de opinión y la apoyaron incluso cuando tuvo que dejar de trabajar debido a que se paralizaron sus piernas por el uso de un fármaco.
Natali Moya tampoco se deja derrumbar por la enfermedad. Fue diagnosticada en marzo de este año. La noticia devastó a su esposo y sus tres hijos.
Su problema más grande es la falta de acceso al tratamiento oncológico. Ella es maestra de colegio y aporta a la Seguridad Social, aun así, hasta ahora no ha conseguido un turno para recibir radioterapias.
Ella reside en la provincia de Tungurahua y ha tenido que dejar su hogar para realizarse exámenes en Quito. Sus hijos menores quedan al cuidado de la mayor hasta que el padre sale del trabajo.
Ella no es la única. Según las cifras de la fundación, el 53 % de las mujeres con cáncer de seno viajan y asisten solas a sus citas médicas. Es por esta razón que para Gustavo Dávila, director de Jóvenes contra el Cáncer, la lucha contra la patología no se hace desde un escritorio, sino desde la empatía.
Los casos y muertes debido al cáncer de hígado subirán más de un 55 % en 2040
Mi esposo también me acompañó en esta lucha, pero no todas tienen esa suerte”.María Ángela Basurto
Y mientras los derechos de la salud sigan quedando en papel, las pacientes con cáncer continúan su ‘viaje’ hacia la recuperación de la calidad de vida, arropadas por el amor propio y, a veces, el de sus familias .