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Familia

Diciembre: cuando las fiestas se vuelven amargas por la ausencia de algún pariente 

Todos sufren en casa por la ausencia voluntaria o involuntaria de algún ser querido. Un experto en salud mental es recomendable, pues los efectos no se esfuman

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La terapia psicológica es necesaria, pues el experto en salud mental les acompañará en el proceso.Shutterstock

En diciembre, por lo general, las familias se reúnen para disfrutar de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, pero algunos hogares no viven igual las celebraciones o incluso las suspenden porque uno de sus seres queridos está desaparecido.

“La familia está inmersa en un limbo al desconocer lo que le ha sucedido a su pariente. ¿Estará vivo o muerto? ¿Comerá o no? ¿Con quiénes estará, le habrán hecho daño? (preguntas sin respuestas). Incluso su parentela puede vivir sin cerrar el proceso de duelo”, indica la psicóloga clínica Liliana Guamán.

Su colega Christian Montero señala que los parientes pueden presentar afectaciones en su salud, cambios en hábitos del sueño y alimentación, problemas laborales y relacionales; la sociedad pierde personas productivas y de bien.

El experto menciona algunas de las razones por las cuales alguien puede ‘borrarse del mapa’, voluntaria e involuntariamente. “Hay niños que huyen del maltrato parental; jóvenes viven en las calles por el consumo de drogas; algunos se extravían por problemas psiquiátricos”, indica.

Asimismo, agrega que la delincuencia es otra causa. “Secuestros con fines de extorsión, un problema en aumento en el país”, considera Montero.

Ante una desaparición, todos en casa sufren. “A lo mejor sienten mayor tristeza quienes han vivido más de cerca con la persona de la cual no se sabe nada”, sostiene.

“Reírse o disfrutar de una celebración le genera sentimiento de culpa al pariente”, precisa Guamán.

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Los casos que pueden ser más dolorosos

Según Guamán, una de las situaciones más dolorosas es la desaparición de un niño.

“Para los padres del menor de edad es muy estresante, piensan en lo indefenso que es el infante ante momentos conflictivos, están en total abandono y no pueden tener quién lo pueda ayudar o defender”.

​Liliana Guamán, psicóloga

Montero agrega que la desaparición de una adolescente o joven también puede causar gran impacto.

El psicólogo manifiesta que si no se tiene más hijos, que el ausente, puede causar mayor tristeza, debido a que no quedaría nadie que participe de la familia nuclear

EXTRATIPS

1. Prevención: funciona el ‘no pararle bola‘ a los extraños. Las redes sociales permiten que raptores tengan contacto con sus víctimas y una facilidad para su acercamiento. En estos casos, los padres deberían tener cuidado con su descendencia y enseñarle que sea en persona o por Internet, no conversen con desconocidos y no sigan sus amenazas ni acepten sus regalos.

2. Lo primero que hay que hacer: Contactar a los más allegados. Amigos, ‘profes’ o personas en diversos contextos. Tengan una agenda común de los lugares que frecuentan sus familiares; números telefónicos de sus íntimos. Que los más pequeños memoricen su dirección y números de sus padres. Asimismo, acudan a la Policía y Fiscalía siguiendo los protocolos de ley.

3. Es imperioso que la familia pase por su proceso terapéutico. Que no todos lloren no significa que no pasen su dolor o proceso de duelo. Hasta los que parecen manejarlo bien requieren de terapia psicológica que los acompañe en dicha vivencia.

4. No olvides que tienes más familia por la cual seguir. Es difícil atender a los hijos si falta uno, pero los otros también quieren disfrutar de ti. Que tus afectos y atenciones no se esfumen. Con terapia se puede lograr sobrellevar la dinámica familiar. 

“Duelos no resueltos causan frustración, dolor emocional permanente, temor, desconfianza, pesimismo, preocupación, incertidumbre, culpa, etcétera”.Liliana Guamán, psicóloga clínica
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Por lo general, los familiares se culpan por la desaparición de su pariente.Pixabay
“La Navidad sin un familiar cercano, desaparecido, pierde sentido para muchas familias que están viviendo esta lamentable y terrible experiencia”. 
Christian Montero, psicólogo clínico