Con las garúas de los últimos días en Guayaquil, los espacios públicos y privados, calles, parques, escuelas han sido ya invadidos por los grillos. En ciertas zonas como Samanes 7, de hecho, decenas de usuarios se quejan de tener una plaga.

Jaime Buestán, biólogo ecuatoriano, quien trabajó como catedrático e investigador del antiguo Instituto Nacional de Higiene Leopoldo Izquieta Pérez, habla sobre la presencia del insecto en la ciudad y el riesgo que representa a la salud.

En las redes sociales, los barrios, se habla ya de una proliferación de grillos. ¿Han llegado antes de tiempo?

Sí, por unos cuantos días, pero lo han hecho por todos los cambios que ha tenido el clima. Las lloviznas se adelantaron, la humedad se siente. Los grillos en efecto están ya aquí, pero al igual que todos los años nadie investiga si aparecen en esta época solo para poner sus huevos y reproducirse, o porque previamente ya tienen asegurada su dependencia. Nadie lo sabe.

¿Y por qué no lo hacen?

Porque a las instituciones no les interesa investigar sobre ellos. Los ven tan insignificantes que a nadie le parece importante. Pero sería vital, así podríamos prepararnos para su llegada. Quienes les tienen fobia incluso podrían saber qué hacer para que no entren a su hogar.

Samanes 7, el parque específicamente, ciertas zonas de la Alborada, el centro, hoy están plagado de ellos. ¿Es posible que la plaga haya aumentado?

Es posible, puesto que entre más crece la ciudad, más grillos hay porque más postes y luminarias se colocan, y estos siempre se ven atraídos por ellas. Entonces migran hacia otros sectores, antes inusuales. Por ello los vemos en todos lados y en grandes cantidades, en lugares abiertos y ya no tanto en las canteras o las alcantarillas, donde generalmente colocan sus huevos.

En ese contexto, ¿cuáles serían los sectores más propensos a ser invadidos por el insecto?

El norte, el estadio Modelo, el malecón, el centro, La Aurora, la vía a Daule, la vía Samborondón... todas estas zonas ahora bastante iluminadas, con infraestructura por doquier. Aun sería bueno estudiar este punto bajo análisis concretos.

En más de una ocasión se ha dicho que no representan un daño para la salud. ¿Pero acaso ponen en riesgo al hombre en otros aspectos?

Por supuesto. Más allá de dañar las prendas de vestir, cuando en las calles están aglomerados en cantidades grandes y uno los aplasta, el auto podría resbalar. Su grasa podría ser como mantequilla, lo que evitaría que el carro frene. Es el mismo riesgo de manejar bajo una leve garúa.