Actualidad
¡Del orfanato a los brazos de papá!
Un niño de padre ecuatoriano y madre francesaestuvo a punto de quedarse en una casa de acogida europea. Pero su progenitor recorrió medio mundo por él.

Francisco y el niño se abrazan en el patio de la casa.
Aquella Navidad no había nevado. En las calles de Viena, la temperatura se mecía entre los ocho y los nueve grados. Francisco, entumecido por el frío y ávido por ver a su amado hijo, aguardaba inquieto el momento de dejar el hotel donde estaba alojado, cerca de la estación de tren Westbahnhof, para acudir al encuentro del pequeño.
El niño, de cinco años, lo esperaba en una casa de acogida permanente, ajeno a los problemas que lo habían conducido a ese orfanato de Austria, a más de diez mil kilómetros de su hogar en Ecuador. Se hallaba ansioso por abrazar a su papá.
El 25 de diciembre de 2016, a eso de los 08:00, Francisco tomó un taxi hacia el Distrito 17. Al llegar a la institución pidió al conductor que lo esperara, entró y sacó al infante. El taxista los llevó directo al aeropuerto Schewechat para iniciar el viaje de retorno, aquel que pondría fin al calvario que había comenzado en noviembre de 2014, cuando su madre los separó “sin consentimiento”.
‘Daniel’ (nombre protegido) nació en Viena en 2011. Debido al “trastorno de ansiedad” que padecía su mamá, de origen francés, fue traído a Ecuador cuando apenas tenía unos meses de vida. Su papá anhelaba que el niño se reuniera con su familia y, además, se criara en un hogar cálido.
Pero la estancia del infante en Quito fue corta, ya que en noviembre de 2014 su madre lo sacó del país “sin permisos” y en medio de un proceso legal que Francisco había iniciado para conseguir la tenencia. Ese día marcó la vida del padre como si un puñal hubiese rasgado la fina tela que recubría su corazón.
Para la salida del menor era precisa la autorización de un juez de la Niñez y Adolescencia, un notario o un cónsul acreditado en el exterior. Pese a no tener ese documento, la mujer logró que el niño pasara los filtros en el aeropuerto Mariscal Sucre de Quito y llegara a Francia.
Durante varios meses, Francisco perdió contacto con la progenitora y la criatura. Estaba desolado.
Al tiempo, recibió una llamada de los familiares de su expareja para pedirle que viajara a Europa, ya que ‘Daniel’ y su progenitora habían partido de Francia “a un lugar desconocido”.
Por aquel entonces, en mayo de 2015, Francisco ya tenía la orden de la Corte Provincial de Pichincha, en Ecuador, que le concedía la tenencia del niño. Según el informe del tribunal, la madre “debía esperar la resolución (...) para salir del país y no hacerlo anticipadamente, violentando las leyes”.
El padre viajó al Viejo Continente. Después de distintas “gestiones” hallaron a ‘Daniel’ y a la mujer en Viena. Allí debía convalidar la tenencia dictada por el juez ecuatoriano, pero no reconocían el documento. Además, la mamá del pequeño había iniciado otro proceso para quedarse con él.
En medio de este litigio, en febrero de 2016 hubo una pausa. Francisco aún no se reencontraba con su hijo. “No puedo decir que nunca perdí la fe, porque alguna vez sí me sentí en el suelo”, admite.
La peor noticia
La situación se tornó amenazante cuando el Servicio Social (S.S.) de Viena le comunicó a Francisco, el 1 de septiembre de 2016, que la madre de ‘Daniel’ había sufrido una crisis y que el niño se encontraba en un hogar de acogida temporal.
El padre viajó tres días después a la capital austriaca con la ilusión de tener a su hijo de vuelta. Lo que no imaginaba era que la lucha en ese país iba a ser tan dura. “Todos los indicadores me daban a entender que no iban a hacer caso a la tenencia, y que el niño se iba a quedar en manos del S.S.”, confiesa.
Sin embargo, reencontrarse con el pequeño, por primera vez desde 2014, “fue una apertura de luz, como si una ventana se hubiese abierto”. ‘Daniel’ ya no hablaba español, por lo que Francisco se comunicaba con él en alemán. Aquel día jugaron a la pelota hasta separarse nuevamente, pues la criatura debía quedarse en la casa de acogida hasta que su papá lo visitara otra vez.
La permanencia del pequeño en la entidad debía durar alrededor de seis semanas, pero se alargó hasta los cuatro meses. En ese período, según Francisco, el Servicio Social decidió que el menor fuera a una casa permanente, como si se tratase de un huérfano, e incluso tramitó una demanda por su tenencia.
A contrarreloj, el padre realizó numerosas gestiones en la Embajada de Austria, la Cancillería de Ecuador y la Autoridad Central del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) para que se aplicara el Convenio de La Haya, que valida la restitución de menores a través de un pedido para que el niño regresara al país de donde fue sacado.
Dicho convenio no había sido ratificado en Ecuador, de modo que no era posible aplicarlo. “Había un gran riesgo: que el menor de edad se quedara allá”, relata el papá, ya más aliviado.
No obstante, el propio MIES había emitido la solicitud y, finalmente, se consideró la voluntad del pequeño, que no deseaba permanecer allí. Además, Francisco contaba con la tenencia legal en su país.
Fue así que en la Navidad de 2016, ‘Daniel’ y su padre se dirigieron al aeropuerto de Viena y partieron hacia Ecuador “con todos los papeles en regla, por los debidos controles migratorios”.
El viaje fue “una especie de odisea”, pero Francisco se sentía feliz. Ambos pudieron celebrar juntos la Navidad y estar con la familia, detalla el padre mientras ‘Daniel’, un poco tímido, juega con su prima.
El niño se acerca a él, lo abraza a menudo, le demuestra su afecto...
Tres años de “tortura”
“Tanto para ‘Daniel’ como para mí, la espera fue destructiva por las condiciones en las que vivimos allá (...). Tres años de intensidad, de peleas, de gastos, de procesos”, comenta Francisco, quien recuerda esos días como “una tortura innecesaria”.
El padre asegura que siempre quiso alcanzar una mediación, que todo el conflicto se pudo evitar. Según él, los abogados de la madre no aceptaron un acuerdo, pese a que había ofrecido a la mujer la oportunidad de acudir a sesiones de terapia.
El 4 de mayo de 2017, Francisco recibió la noticia, por parte de la Embajada de Austria, de que el Servicio Social había retirado la demanda. Y esa misma noche le enviaron el documento que tanto esperaba: el proceso de tenencia quedaba cerrado y ya nadie podrá quitarle de nuevo a su pequeño ‘Daniel’.