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Diario Extra Ecuador

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¡Ecuatorianos imponen su marca en la industria de alimentos de la ‘yoni’!

Una pareja de migrantes lleva 17 años importando productos nacionales en New Jersey. Gracias a su empeño brindan, además, empleo a personas de varios países.

El negocio familiar está ubicado en New Jersey.

El negocio familiar está ubicado en New Jersey.Jorge Quimí / EXTRA

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Tenían sueños como todo migrante, pero ellos pudieron llegar donde pocos ecuatorianos lo logran. En una década de permanencia en los Estados Unidos se convirtieron en los propietarios de lo que ahora es una exitosa empresa importadora de diferentes productos de América Latina que distribuyen en el país del norte.

El lojano Jhon Rivas; su esposa, la guayaquileña Patricia Castañeda; y su hija Andrea lideran la compañía Family Food, ubicada en New Jersey (Estados Unidos). Los tres decidieron unir sus conocimientos y asociarse para emprender ese gran reto que hasta el día de hoy sigue creciendo con nuevos planes para aprovechar la infraestructura de la compañía.

Él, pese a que cumple la función de presidente, es un hombre que proyecta una imagen humilde, solidario con sus semejantes, desprendido de lo material y temeroso de Dios. Padre de 4 hijos en un matrimonio anterior. Ella es una guerrera nacida en el seno de un hogar cristiano, agradecida por las “extremas bendiciones” que ha recibido y que aún recibe del Señor. Andrea sigue la misma senda de sus padres. De trato amable, sencilla y respetuosa.

Cada uno tiene su historia de cómo arribó a los Estados Unidos. Y como la gran mayoría, tuvieron que pasar penurias antes de llegar a la meta que en sus inicios no la soñaron de esta manera.

Jhon recuerda que por el año de 1994, se arriesgó a la aventura de viajar con la única ilusión de hacer un poco de dinero y regresar a su patria. El tiempo pasó y en un restaurante ecuatoriano conoció a la que luego se convirtió en su esposa: Patricia, quien llegó con 25 años a cuesta y con una carrera en Administración de Empresas que no culminó en Ecuador. Sin embargo, esto, sumado a sus estudios básicos de inglés, le abrieron las puertas en varias empresas donde amplió sus conocimientos en compra y distribución de productos alimenticios.

Jhon fue el mentalizador de crear algo propio. Quería fusionar sus conocimientos en ventas -adquiridos en Ecuador- con los de su esposa. Y Andrea terminó por moldear la idea. Ella propuso que del trabajo de los tres se cree un ahorro común hasta reunir un capital que les permita levantar el negocio. Y así, religiosamente, cada fin de semana contribuían con una cuota hasta que el 1 febrero de 2002 arrancaron con el plan.

Los tres socios, como hasta hoy permanecen, empezaron distribuyendo productos en una furgoneta. Un día regresaban contando el dinero de las ventas y fue Daniela, la segunda de las hijas de Patricia, la que sugirió ponerle el nombre al negocio que empezaba a florecer. Así nació Family Food. “Creo que fue perfecto porque cuando empezamos, la idea era enrolar primero a la familia. Aquí trabajan mis hijos, los hermanos de Patricia y otros familiares. Ahora estamos más que no son precisamente familia”, cuenta su presidente.

Huracán los arruinó

El tiempo avanzó y no todo fue color de rosas. En el 2012 ocurrió algo inesperado. El paso del huracán Sandy devastó a Family Food. Todo se destruyó. Jhon está convencido de que eso fue un aviso de Dios.

Pensó que la empresa no iba a resurgir, pero con la ayuda de personas que los aprecian y quieren, logró levantarla nuevamente. Hoy, Family Food cuenta con más de 80 empleados de diferentes nacionalidades: brasileños, salvadoreños, colombianos, ecuatorianos y hasta estadounidenses.

En los 17 años que tiene de fundada la empresa, importa productos provenientes de Honduras, Guatemala, Costa Rica, El Salvador, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, España y Tailandia. Los distribuye en New York, New Jersey, Connecticut, Pennsylvania, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Florida, Massachusetts, Chicago, Ohio, entre otros.

Aliños, pastas, frijoles, harinas, granos, especias, caramelos, chocolates, galletas forman parte del número interminable de artículos que distribuyen.

Sin embargo, lo más ingenioso de estos ecuatorianos es haber creado su marca propia: Mama Tere. “Son productos empacados en cada nacionalidad con nuestra marca”, explica Patricia Castañeda. Tiene aproximadamente 15 años en el mercado.

Para estos emprendedores, el dinero no es todo ni da la felicidad completa. Por eso, a la par de su crecimiento, siempre extienden su mano o comparten con el más necesitado porque piensan que Dios los ha bendecido enormemente. Jhon no es partidario de acumular dinero, por eso sus ganancias le gusta compartir con gente que lo necesita. No recuerda que alguien haya ido a buscar su ayuda y no se la haya brindado. Incluso, desde hace años, en diciembre envía donaciones alimenticias y de juguetes a su natal Loja y también a Quito.

Tanto Jhon como su esposa Patricia están contentos con el logro; sin embargo, no descansan para seguir creciendo. Él dice que, aunque es solo un bachiller, tiene muchos cursos y su mentalidad siempre será crecer todo el tiempo hasta el día en que cierre sus ojos.

“Me siento bendecido por todo lo que he logrado y por eso siempre ayudo dentro de lo que está en mis manos”, señala él con humildad. El matrimonio no ha pensado en regresar al Ecuador. Pero, si por circunstancias del destino le tocaría hacerlo, emprendería sin problemas desde cero cualquier negocio porque en el trabajo y en la solidaridad sienten el placer.

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