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Diario Extra Ecuador

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¡El suicida de Facebook, arrepentido!

Hombre de 52 años quiso transmitir su muerte en vivo en la red social Facebook. Algo salió mal y no murió. Ahora ha recuperado las ganas de vivir.

El hombre lee la Biblia y ahora se aferra a la fe.

El hombre lee la Biblia y ahora se aferra a la fe.Miguel Párraga

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El hombre colocó una soga en su cuello. Triste porque su mujer lo había dejado, se guindó en su habitación para intentar quitarse la vida. Todo esto se transmitía en directo a través del Facebook. Pero algo salió mal.

El nudo que Adrián (nombre protegido) había hecho a la cuerda no fue lo suficientemente efectivo. Amigos y vecinos que casualmente observaban la transmisión corrieron hasta su casa, tumbaron la puerta e ingresaron por su vecino. Eran las 18:52 del pasado 5 de marzo cuando prácticamente ‘se lo quitaron a la muerte’.

Hoy, Adrián está arrepentido. Y más vivo que nunca, dice. Admite que el episodio de desenfreno melancólico que lo llevó al intento de suicidio fue una mala idea. “Fue una estupidez. Me di cuenta de que mis tres hijos me necesitan vivo. Por ellos y por mí sigo aquí”, reflexiona.

Adrián dejó atrás su semblante triste y descuidado. Ahora luce renovado, viste jean, camisa y zapatos formales. Saluda al equipo periodístico de EXTRA con la mano derecha. En la izquierda sostiene una Biblia. “¿Cómo me ve?”, pregunta al sentarse en la silla de un restaurante de la ciudadela donde vive, en el norte de Guayaquil. Al día siguiente del fallido acto, los fieles de una iglesia cristiana cercana a su casa lo recibieron. Y todo cambió en él.

“Fue tan fuerte que me llegó hasta el alma”, recuerda. Pero de lo malo hay que sacar lo bueno, dice. Al menos ya sabe quiénes lo aprecian: un grupo de amigos de la adolescencia y “unos cuantos familiares”. Es preciso al aclarar eso.

Pero también está sorprendido por mensajes de ánimo que le envían personas que no conoce, en los que le dicen que vieron el vídeo en el que intentaba suicidarse y le aconsejan que confíe en Dios, que se deje guiar por él.

Ahora por las mañanas, Adrián sale de casa a buscar trabajo. A veces realiza trámites o lleva encomiendas para ganarse un ‘billetito’ hasta tener algo fijo. En esas tareas tiene una nueva compañera, una motocicleta, que se la compró su hijo con un crédito que hizo.

De su intento de suicidio, su transmisión en Facebook, el abandono de su mujer por los maltratos que le daba y la tristeza que lo invadían, quedan solo los recuerdos. Nada más.

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