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¡Le dio derrame en pleno ‘cuerpeo’!
Un Quevedeño sufrió accidente vascular que lo dejó moribundo encima de una trabajadora sexual. Hoy, diez años después, asegura que ha cambiado de vida.

El quevedeño reprodujo para EXTRA la dura escena que vivió en el prostíbulo.
En el pasado le gustaba tener sexo con las trabajadoras sexuales. Una de sus preferidas era ‘Samanta’. Su cuerpo era como la guitarra que adora tocar; y sus labios rojos, como una fresa. Por 15 dólares disfrutaba de todas sus delicias carnales. Pero una vez, cuando ascendió a “las estrellas”, sufrió un accidente vascular que lo tuvo al borde de la muerte.
“Estaba fornicando y, justo en el momento de la eyaculación, me dio un ataque cerebral. Noté un dolor intenso en la cabeza y pegué un grito”, relata a EXTRA Marco Cali, de 47 años, quien en ese entonces practicaba karate.
Afortunadamente no perdió la conciencia, pero se le durmió el cuerpo. “Pude pedirle a la mujer que llamara a un amigo mío”, cuenta el mecánico desde su taller, situado en la ciudad de Quevedo, sector de Santa María.
Sucedió el 1 de agosto de 2007, mientras se encontraba en el prostíbulo Sodoma, nombre de una antigua ciudad oriental que, según la Biblia, fue destruida por Dios debido a las aberraciones sexuales que cometían sus habitantes.
La noche anterior, Marco había amanecido en su casa son ‘Sheyla’, otra trabajadora sexual, muy bonita y de cuerpo apetitoso. Cree que con ella se tomó uno o varios tragos. “Debió ser cerveza o güisqui, no recuerdo bien”, rememora.
El hombre repitió a la jornada siguiente con ‘Samanta’. Esta, cuando se produjo el suceso, lo vistió y cerró la puerta del cuarto para no alarmar a los curiosos.
En aquel entonces, Marco se había divorciado de su mujer y buscaba de forma constante los encantos de las servidoras sexuales, con quienes iba “directamente al grano”. Nada de amor ni carantoñas. De alguna manera, tener relaciones con frecuencia le ayudaba “a evadir la depresión” y la soledad.
Tras el derrame cerebral fue sacado del prostíbulo hasta una clínica, donde le hicieron una tomografía y los médicos constataron la patología.
Más tarde, ya en la noche, lo trasladaron a otra casa de salud en Guayaquil, pero según él no lo atendieron. Fue un doctor de la entidad el que sugirió a los allegados del hombre que lo llevaran a otra clínica regentada por él mismo. “Me enteré de que estuve en coma tres días y medio. Cuando desperté, me acordé de lo que había pasado y me vinieron a la mente muchas cosas, muchos remordimientos por mis hijos...”, asegura. Luego de unos días fue operado.
TENÍA VISIONES
Su transformación comenzó tras recibir el alta. Sentía una especie de locura, que lo agarraban de su cuerpo... Así que buscó ayuda espiritual en diferentes personas y se fue a vivir con sus padres al sector Santa Rosa de Quevedo.
No podía dormir; creía que varios espíritus malignos entraban a su cuarto arrastrando cadenas y golpeando las puertas; que estos se acercaban al pie de su cama... Además, los perros aullaban y notaba que alguien o algo lo jalaba de la pierna. “Me asusté terriblemente”, confiesa.
Durante algún tiempo, iba y venía de los consultorios médicos, con el objetivo de encontrar respuestas.
El jueves 14 de agosto de 2007 viajaba en un bus de la cooperativa La Maná, desde Quevedo a Guayaquil, cuando supuestamente vio, a su lado izquierdo, cómo todo se clareaba y emergía un manto blanco: “Me dio la impresión de que era como las olas del mar”.
Insiste en que percibió la presencia de un ser sobrenatural y al llegar a la terminal terrestre de Guayaquil empezó a cantar y aplaudir al Creador.
“Creía que estaba en medio de muchas personas de vestiduras blancas, que entonaban alabanzas religiosas para que el maligno se fuera de allí”, narra convencido.
Su madre e hijos, que lo acompañaban en ese momento, creyeron que se había vuelto loco. Incluso lo trasladaron hasta el hospital psiquiátrico Lorenzo Ponce, donde le mandaron a tomar pastillas para que pudiera dormir.
Al tiempo, conoció a una persona en el malecón de Quevedo, con quien compartió su historia. Esta lo invitó a su iglesia evangélica, donde permaneció siete años escuchando la palabra.
Marco dice que ha recibido el llamado de Dios, que el Señor le dio una nueva oportunidad de vida para que dejara la fornicación y se dedicara a predicar.
“Escupía y me soplaba la nariz. También me aparecieron unas úlceras en los labios”, enfatiza. Ahora está convencido de que fue un mensaje divino por haber besado las partes íntimas de tantas mujeres.
Ha transcurrido una década desde el derrame cerebral. Y Marco continúa con su vida espiritual, aunque algunos no le presten demasiada atención cuando comparte la palabra de Dios.
Ya no mantiene relaciones sexuales, pese a que los galenos no le prohibieron gozar con otras féminas; guarda todos sus exámenes médicos para probar su historia y actualmente es dueño de un taller mecánico, donde tiene varios colaboradores. Vive solo y de manera sencilla.
NO ES EL ÚNICO”
Para el pastor evangélico José Lino, el caso de Marco no es diferente al de muchas otras personas que llegan al coma o a estar cerca de la muerte y dicen experimentar un hecho sobrenatural con Dios. La mayoría tiende a cambiar después su estilo de vida, a veces de forma radical.
Más allá de las teorías científicas, Lino considera que es el Señor quien da la vida, quien decide si una persona muere o no. En este caso, respalda la versión de Marco, pero recuerda que el afectado deberá asistir a una iglesia “para prepararse y dar una buena predicación”.
La expareja
“La versión de él es real”
Josefa Martillo, excónyuge de Marco, afirma que la versión del hombre “es real”. Ella se había distanciado porque era mujeriego. Pero cuando se enteró de lo ocurrido sus hijos estuvieron pendientes de su padre.
Los galenos le practicaron numerosos exámenes, aunque los allegados pensaban que le habían puesto alguna droga en la bebida durante su estancia con la sexoservidora.
“Antes, él era católico. Ambos íbamos a las procesiones y misas. No faltábamos a ninguna, pero ahora es evangélico”, resalta la mujer.
Josefa también cree que su expareja sufrió algún tipo de episodio sobrenatural. “Ahora está bien, normal, se acuerda de todo y hasta de los cumpleaños de sus hijos”, concluye.
EL EXPERTO
Efectos en la libido
Ernesto Carrasco, médico forense y presidente del Colegio de Médicos del Guayas, comenta que una persona sí puede morir en pleno acto sexual. Pero matiza que si le ocurre a un hombre tan joven lo primero que se debería sospechar es en la existencia de un aneurisma previo no detectado.
A esa edad habría que ver si sufría de hipertensión o si consumió alguna sustancia alcohólica, droga o estimulante sexual. “Esa sería una de las causas más probables del accidente vascular”, indica el galeno.
Sobre las experiencias paranormales, baraja que se debieran a otro tipo de secuelas, que pueden mejorar conforme cicatrizan las lesiones padecidas. “Él tenía hemiparecia”, pérdida de sensibilidad y fuerza en la mitad del cuerpo, resultado de la hemorragia.
También aclara que las personas afectadas por esta clase de eventos pueden seguir manteniendo relaciones sexuales. “Incluso hay casos en que los pacientes desarrollan una potenciación de la libido. Y no solo lo hacen con una mujer, sino con varias. Pero en otros puede pasar lo contrario, que disminuya el apetito sexual”, acota.
Para evitar esta enfermedad, el especialista recomienda llevar una vida sana. Y ante cualquier posible síntoma como dolores de cabeza constantes e intensos aconseja visitar a un neurólogo para que le realice una tomografía y una resonancia magnética del cerebro.