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Diario Extra Ecuador

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¡Por la droga casi estrangulan a su madre!

Cuando no tienen dinero, dos jóvenes hermanas hacen lo que sea necesario para obtener estupefacientes. Una incluso pide a los ‘dealers’ que le dejen ayudarles a empaquetar ‘H’ para robarles unas fundas.

La madre ‘María’ sufre  constantemente por sus hijas. “Deseo que se recuperen rápido”, remarca.

La madre ‘María’ sufre constantemente por sus hijas. “Deseo que se recuperen rápido”, remarca.Fotos: Alex Lima

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‘María’ forcejea con sus dos hijas, ‘Dora’ y ‘Gina’, de 18 y 15 años. Ellas se arrancan las ataduras de las manos y de los pies, que su madre les hace con cinta de embalaje para impedir que salgan a la calle y consuman la ‘H’ (derivado de la heroína), ‘plo plo’, marihuana u otras drogas mezcladas con químicos o residuos.

Para neutralizar a su madre, que está acostada en la hamaca, las chicas agarran una toalla y se la colocan en la boca y el cuello. Luego la sujetan con fuerza contra las sogas. La progenitora siente que se asfixia y forcejea con sus hijas. Estas finalmente la dejan y, llorando, le imploran perdón.

Después de tres días de abstinencia, las hermanas actúan como poseídas por un demonio. Han perdido su dulzura y encanto. Sus cabellos están enredados; sus miradas, desquiciadas; y respiran con dificultad.

Manifiestan que tienen la cabeza caliente, que quieren consumir unas cuantas fundas de cincuenta centavos cada una. ‘María’ impide que salgan y la situación se pone tensa.

En ese instante llega ‘Pedro’, su hermano, un vendedor de lentes de lectura, que se da cuenta de lo que acaba de ocurrir y encadena a las consumidoras, sus sobrinas. “¡Estuvieron a punto de matar a mi hermana!”, exclama desesperado el hombre. Indignado levanta a ‘María’ del piso. La mujer, dolorida llora al ver el cruel destino de sus hijas.

Las jóvenes saben dónde comprar la droga. Ellas consumen la sustancia en las veredas. En otras ocasiones suben a los buses y la inhalan delante de los pasajeros. Han llegado al extremo de que ya no les importa nada, ni siquiera su salud. Porque ‘Dora’ y ‘Gina’ están delgadas y tosen a cada momento.

El problema de las chicas llegó a tal punto que ‘María’ tuvo que pedir prestado un cuarto de cemento para tenerlas encerradas. Porque de su casa, al ser de caña, las jóvenes se escapan con facilidad.

“Dañan las paredes y salen”, comenta resignada la mujer. Por no hablar de cómo sus hijas rompen cadenas y esposas. “Me sentí impotente, por eso decidí ponerles la cinta de embalaje”, añade la fémina, madre de seis hijos.

SUS SUEÑOS Y ANHELOS

‘Dora’ es una joven físicamente agraciada. Por eso en el colegio la eligieron cachiporrera y señorita simpatía. Con la cabeza agachada, cuenta cómo conoció el submundo de los narcóticos.

“Empecé a consumir drogas desde los doce años. Me metía ‘perica’ con ‘H’, pero también fumaba marihuana. Después probé ‘plo plo’ y cocodrilo”, detalla con el semblante pálido. Pero tuvo que dejar algunas de estas sustancias desde que le salieron unas manchas negras en el cuerpo. “Hoy solo le hago a la ‘H’”, asevera.

Sin ningún reparo ni titubeo, muestra de qué manera inhala este polvo: se coloca su dedo meñique en la nariz y luego simula que aspira. “Cuando no me drogo me dan escalofríos”, revela la joven, quien desde niña sueña con ser policía.

Por la ‘H’ hace de todo, incluso engañar a los vendedores. Se pone a su disposición para ayudarles a empaquetar, pero en realidad es para coger varios sobres y saciar sus ansias. En cuanto a su hermana ‘Gina’, comenta que esta agarró el vicio en el colegio donde estudiaba.

‘Dora’ es consciente de que se ha hecho mucho daño y por eso cree que necesita ayuda.

‘GINA’

“Consumo ‘H’. Antes la aspiraba con un sorbete, hoy ya aprendí”, dice con toda tranquilidad ‘Gina’. La menor de edad manifiesta que su mayor sueño es ser azafata o psicóloga.

Empezó hace dos años en su unidad educativa, donde unos compañeros le insistieron en que debía probar. “Pero cuando me di cuenta de que era adicta, no retrocedí, más bien seguí. He experimentado con otras drogas”, afirma con los labios resecos.

A su corta edad, consume varias fundas de ‘H’ en un día, mientras sus amigos luchan ya contra su enfermedad y están recibiendo tratamientos de rehabilitación en clínicas. “Ellos están gorditos y me dicen que falto yo”, concluye con una sonrisa.

EL CALVARIO TERMINA CON ATENCIÓN

Personal del departamento de Comunicación de Salud Pública, al conocer el caso a través de EXTRA, puso en marcha los protocolos para ayudar a las dos chicas. Y el pasado día 17, un equipo de especialistas se movilizó para atender a ‘Dora’ y ‘Gina’.

Mediante un boletín de prensa enviado por correo a este Diario, el Ministerio de Salud Pública dio a conocer que ‘Dora’ y ‘Gina’ fueron atendidas por el grupo de Atención Integral en Salud del distrito 09D24, ubicado al norte de Guayaquil.

Este estuvo conformado por un médico, un psicólogo, una enfermera y una trabajadora social, quienes luego de verificar la situación de las hermanas, inmediatamente les brindaron la ayuda necesaria. Por ahora deberán realizarse varios exámenes para elaborar un diagnóstico de su cuadro clínico.

Según el reporte, las pacientes presentaban un síndrome de abstinencia, por lo que se les practicó un tratamiento ambulatorio.

El personal llevará a cabo el seguimiento respectivo con la finalidad de que las jóvenes no lo abandonen. Además, se observará de cerca su evolución, hasta la total recuperación.

Los familiares de las consumidoras se comprometieron a llevarlas a los controles médicos y las terapias de salud mental. “Les dieron vitaminas del complejo B y otros medicamentos”, comentaron ‘María’ y ‘Pedro’, madre y tío de las chicas.

“No sabíamos qué hacer para controlar la situación. Gracias a Diario Extra y las autoridades de salud por acoger el caso. Tenemos fe en que todo mejorará”, destaca con alegría la progenitora. La mujer es de bajos recursos económicos y sufre mucho por sus hijas.

No tienen camas

Las hermanas ya están mejor, llevan más de trece días sin consumir y se muestran con voluntad de salir adelante. Aunque a veces no haya para la comida en la casa, aceptan permanecer encerradas en el cuarto.

En la habitación les hace falta enseres y duermen en una colchoneta en el piso. Para entretenerse escriben en hojas de cuaderno, porque el televisor se les dañó de viejo.

Ahora necesitan una cocineta, además de sillas, mesas, ropa, zapatos y sandalias (38 y 39), camas, sábanas, colchas, toallas, muebles... No importa si son de segunda mano. También les gustaría pintar las paredes, pero no tienen pintura, y alimentarse bien, con leche Ensure y toda clase de frutas.

Las personas que deseen ayudarlas pueden hacerlo llamando a los teléfonos 099-420-7824-096-737-6271.

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