Aunque parece muy inteligente, ChatGPT no entiende ni razona como un humano (aunque lo intenta muy bien). Su funcionamiento se basa en fragmentos de texto, entrenamiento humano y procesos estadísticos.

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ChatGPT no piensa, no razona ni comprende el mundo como los humanos. A pesar de que puede conversar con fluidez, explicar temas complejos y generar textos de forma coherente, su aparente "inteligencia" es fruto de un sistema técnico muy sofisticado, no de una mente consciente.

Muchos lo usan para estudiar, trabajar, escribir o divertirse, pero pocos entienden cómo funciona realmente. Saberlo no solo satisface la curiosidad, también permite usarlo con más criterio. Aquí te contamos cinco aspectos poco conocidos sobre ChatGPT que te harán verlo con otros ojos.

1. Detrás de la IA...Hay humanos

Aunque se presenta como una inteligencia artificial autónoma, ChatGPT necesita ser entrenado por personas. Miles de horas de trabajo humano están detrás de cada respuesta que parece tan natural. 

Estos entrenadores le enseñan qué decir, corrigen errores y filtran contenidos potencialmente ofensivos o peligrosos, para evitar cualquier tipo de graves problemas.

Este proceso se conoce como alineación, y es crucial para evitar que la IA responda de forma errática o dañina. Si alguna vez el sistema se niega a responder o te redirige a una fuente confiable, no es porque "entienda" el peligro: es porque así fue programado.

2. No entiende palabras, sino "tokens"

Una de las mayores diferencias entre cómo los humanos procesan el lenguaje y cómo lo hace ChatGPT, es que la IA no comprende frases como unidades con sentido. En lugar de eso, descompone los textos en fragmentos más pequeños llamados tokens.

Por ejemplo, la frase "ChatGPT es maravilloso" podría dividirse como Chat-G-PT-es-ma-ra-vi-lloso. Este método permite procesar millones de textos con rapidez, pero también genera errores,  malinterpretaciones, mezclas de conceptos o frases que suenan raras.

Para ChatGPT, el lenguaje es un puzle desarmado que intenta reconstruir sin saber qué imagen debe formar.

3. Vive en el pasado

Una de las limitaciones más importantes de esta tecnología es su desactualización. Aunque parezca que lo sabe todo, su conocimiento se detiene en junio de 2024. 

Todo lo que ha ocurrido desde entonces le resulta completamente desconocido... A menos que se le permita acceder a internet, y eso ya es otra historia.

Cuando eso sucede, utiliza un buscador (como Bing), revisa fuentes confiables y crea un resumen. Pero si la información es confusa o escasa, la respuesta también lo será. 

Actualizar estos modelos no es algo sencillo ni inmediato, ya que requiere meses de trabajo y enormes recursos.

4. Alucina sin límites 

Uno de los riesgos más inquietantes es su capacidad para generar respuestas falsas que suenan totalmente creíbles. Esto se llama "alucinación". Puede inventarse artículos, autores, cifras o incluso enlaces que no existen.

No es malicia ni mentira deliberada. El modelo está diseñado para sonar fluido, no para ser exacto. Si una frase encaja con patrones de lenguaje comunes, la reproduce, aunque no tenga base en la realidad.

Por eso, si usas ChatGPT para buscar información delicada o técnica, debes verificarla siempre por tu cuenta.

5. No sabe matemáticas

Otra sorpresa de ChatGPT es que, no resuelve operaciones matemáticas por sí mismo. Cuando detecta un cálculo, lo que hace es enviarlo a una herramienta interna, una especie de calculadora que da la respuesta. Luego, la presenta como si él mismo la hubiera generado.

Para problemas complejos, utiliza algo llamado cadena de pensamiento, desglosando el razonamiento paso a paso. Esto puede ayudarle a acertar en problemas difíciles, pero también a fallar en una suma sencilla si no se activa ese proceso.

Por eso, si necesitas precisión numérica, mejor tener a mano una calculadora real.

Debes saber usar a ChatGPT 

Es una herramienta poderosa, sí, pero no es infalible ni mágica. Su funcionamiento está basado en millones de datos, entrenamiento humano, lógica estadística y herramientas auxiliares. 

No comprende, no razona y tampoco sabe lo que dice, debido a que solo está diseñada para contestar interrogantes lo más certeras posibles, sin embargo nos otorga su mejor esfuerzo.

Usarlo de forma inteligente implica saber cuándo confiar, cuándo verificar y cuándo cuestionar. Conocer estos detalles no solo te protege de errores, también te permite sacarle mucho más provecho.

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