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¡Abandonados!

Johanna Pisco, Muisne (Esmeraldas)
Piensan que el único que no los ha abandonado en esta desgracia ha sido Dios. Los moradores de la parroquia Las Manchas, en Muisne, aseguran no haber visto ni una fundita de arroz de las donaciones.
Cuando el terremoto, de 7,8 grados, alcanzó la pequeña isla, a la que solo se puede llegar por vía marítima, ellos temieron lo peor. “Se sentía como temblaba el suelo, la marea se alejó y había un fuerte olor a azufre”, describió Geovanny Delgado, de 32 años.
Tras el susto, él junto a otras 46 personas aprovechó la fuerza de la marea para, en canoas, abandonar el lugar y llegar hasta Muisne. Ahora, para volver por sus pertenencias y regresar hasta la isla vecina, diariamente, el viaje implica media hora de traslado en lancha, ida y vuelta y un gasto de 10 dólares por flete. “No contamos con ese dinero, nosotros vivimos del trabajo diario”, explicó Ulber Rodríguez, agricultor, de 71.
Aunque revivir las escenas de la arena agrietada, sus casas hundiéndose y postes de luz cayendo, les produce tristeza, hay algo que los desconcierta aún más: nadie los ha ayudado hasta ahora. “Ha pasado una semana entera y acá nadie ha venido. Ni una funda de arroz o personas que a revisen si estamos bien”, se quejó el pescador Juan Delgado (36).