Buena parte del material de guerra y los cargamentos de sustancias sujetas a fiscalización incautadas en 2022, según fuentes en Colombia y datos consignados en informes de inteligencia de autoridades ecuatorianas a los que accedió EXTRA, tienen como principales destinos dos disidencias de las FARC.

Se trata de los frentes Comandos de Frontera y Carolina Ramírez, ambos en diálogos exploratorios de paz con el Gobierno de Gustavo Petro. Su presencia se fortaleció en la frontera tras los acuerdos de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC, en 2016.

Los desafíos en la implementación de esos acuerdos, principalmente en lo relacionado con los cultivos, la producción y el tráfico de drogas ilícitas, ha desencadenado en el aumento de cultivos en regiones con poco control, aumentando la oferta de droga y la violencia.

“El área de operaciones de los ‘Comandos de Frontera Ejército Bolivariano’ (exfrente 48 de las FARC), está conformada por los municipios del Bajo Putumayo, dentro de los que se encuentran San Miguel, Valle del Guamez, Puerto Asís y Puerto Leguizamo, ampliándose hacia el sur con algunas provincias del Ecuador y Perú, países con los cuales Colombia comparte una extensa frontera común, donde llevan a cabo actividades de inteligencia delictiva”, dice uno de los documentos.

En cuanto al frente Carolina Ramírez, según información preliminar obtenida a través del intercambio de datos entre Colombia y Ecuador, habría establecido alianzas con grupos disidentes pequeños para actividades de narcotráfico, entre ellos los Frentes 7 y 32 de las disidencias de las FARC.

Expansión de carteles

Para Andrés Nieto, analista en seguridad, el Carolina Ramírez no solo está sobre el negocio ilegal del narcotráfico en la frontera con Colombia, sino también es responsable de extorsiones, amenazas y secuestros de ganaderos y comerciantes de poblaciones fronterizas.

Según Nieto, una de las claves en contra de este grupo residual fue la entrega, en el primer trimestre del 2022, de alias El Indio. Esta persona coordinaba la capacidad logística, la entrada de municiones y el planeamiento de acciones terroristas.

Además, se desempeñaba como explosivista e incluso tenía a cargo labores de inteligencia para el cruce de material en la frontera entre Ecuador y Colombia.

“La mira de estas dos naciones ha sido fundamental porque se han adelantado más de nueve operativos contra este frente, que vemos que no solo se enfrenta con militares de ambos territorios, sino incluso con otros grupos que intentan cooptar la zona por la expansión que se puede tener desde allí por Ecuador hacia Sudamérica”, precisó Nieto.

El experto añadió que, aunque el tráfico de municiones, de implementos de explosivos y armas en este punto limítrofe no es nuevo, sí se ha incrementado por la necesidad de expansión que tiene el Carolina Ramírez.

No obstante, en las últimas reuniones que han sostenido delegados de autoridades de seguridad colombianas y ecuatorianas, en Ipiales y Tulcán, además de la incidencia de las disidencias de las FARC, se ha mencionado la posible expansión de intereses de los carteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (JNG) de México, e incluso del Primer Comando de la Capital (PCC) de Brasil.

“Hay ciertos vínculos de emisarios de carteles de JNG y Sinaloa, en los dos casos ha habido emisarios que han llegado a zonas de frontera, especialmente de terreno colombiano, para articular actividades con grupos ecuatorianos”, reconoció el general Juan Carlos López, comandante del Comando de Inteligencia Militar.

Agregó que estos grupos “tienen otro esquema de trabajo que está orientado hacia el Primer Comando Capital en Brasil”.

Las alianzas

De acuerdo a organigramas elaborados por agencias de inteligencia a ambos lados de la frontera, Los Choneros estarían aliados con facciones del Frente Oliver Sinisterra y el Comando de Frontera de las disidencias en Colombia, y con el cartel de Sinaloa de México.

Por su parte, Los Lobos tendrían vínculos con las Guerrillas Unidas del Pacífico (GUP), el ELN y el Frente Carolina Ramírez en Colombia, y en México con el cartel Jalisco Nueva Generación.

Estos últimos “usarían rutas de la Orinoquía y la Amazonía de Colombia hasta el Brasil, coordinando el envío de la cocaína que se procesa en Colombia y que se negocia directamente con carteles mexicanos como el de Sinaloa, su principal aliado, y carteles de Brasil”, concluye uno de los diagnósticos de inteligencia.