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Agasajo navideño para niños de escasos recursos en la iglesia de El Belén

Niños de escasos recursos vivieron una Navidad diferente, con música regalos y comida

Cruz Marina Martínez perdió su trabajo hace un par de meses y aunque la Navidad se tornó difícil para ella y sus seis hijos, debido a su mala situación económica; una ‘rayo’ de luz se dibujó en su vida. Pese que para la mujer, el mejor regalo que puede brindar a sus ‘retoños’ son los “buenos valores”, el dolor de no comprarles un presente la tenía melancólica. Sin embargo, la mañana del 24 de diciembre, la familia recibió una invitación de la iglesia donde los niños rezan el catecismo. Los siete llegaron al lugar contentos, esperando pasar un buen momento, cantar y orar, pero la realidad los sorprendió gratamente con un juguete y caramelos para cada uno.

La historia de Cruz Marina se repetía en algunas de las bancas, que montaron para agasajar a los infantes y el templo de El Belén, ubicado en La Alameda, centro de Quito, se llenó de risas y vocecitas que coreaban ‘a todo pulmón’ los villancicos.

La situación económica de muchos padres de familia que llegaron al sitio, les impidió adquirir un detalle navideño, incluso hacer una cena, pero todos quedaron conmovidos cuando Silvia Morales, voluntaria del templo, les brindo un festín. A la mujer le da mucho “ilusión” compartir con la gente que está atravesando una crisis económica.

La mayoría de los niños llegaron al templo de barrios periféricos del sur y del norte de la capital, por lo que quería regalarles una “experiencia memorable”.

‘José’ y ‘Pedro’ entraron al patio central de la iglesia para ofreces su trabajo. “Le limpió los zapatos mi joven”, voceaban de un lado al otro. De pronto, Silvia notó la situación de los niños y los invito al festejo. “Todos tiene las puertas abiertas en la casa de Jesús”, manifestó, mientras los niños agitaban los paquetes de regalo, intentando adivinar que había en su interior.

El fray franciscano, Carlos Sosa, también arribó a la celebración acompañado de su música. Para él, la palabra de Dios se debe compartir con alegría y con sus villancicos puso a bailar a los niños. La experiencia más impactante que ha vivido en esta Navidad fue hace una semana, cuando una alumna de catecismo le indicó que no le gustaban estas fechas porque hay muchos niños viviendo en abandono, recordó.

Sin embargo, el espíritu de alegría que los niños le contagiaron, le hizo olvidar la triste realidad de aquellos infantes.