Los demonios de los alcohólicos

El árbol que se alzaba al otro lado de la ventana se transformó en un fiero dragón. Jorge saltó del catre, bañado en sudor, y corrió hacia la calle. Pero la bestia ya no era un saurio, sino el mismísimo diablo, y cientos de hormigas trepaban por sus piernas.

Él desafiaba a aquellas criaturas con un machete, que escondía debajo de la cama. “Me pregunto qué habría sucedido si un familiar hubiese aparecido en un momento así”, barrunta.

Fue su primer delírium tremens, su primera alucinación provocada por el síndrome de abstinencia, un fenómeno que puede afectar a cualquier alcohólico crónico (ver gráfico). Jorge, de 44 años, tenía entonces 30 y esquivaba estos episodios, igual que las tembladeras, con media botella de licor.

El traqueteo de un ventilador esparce incontables relatos como el suyo por la sala, donde quince usuarios de Alcohólicos Anónimos (AA) comparten infortunios, avances y litros de camaradería. Por eso es tan importante abrazarse, contar con el apoyo de los compañeros.

La muerte era el denominador común de sus desvaríos, como los matrimonios rotos y los empleos y negocios arruinados. Quizás porque, cada diez segundos, el alcohol liquida a una persona en el planeta, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

MUJERES AFECTADAS

El “miedo a la discriminación” en una sociedad “machista” frena a muchas mujeres alcohólicas a la hora de buscar ayuda. Así lo confirma Vilma Torres, presidenta en la Junta de Servicios Generales de AA Estructura Ecuador. Solo el 30 % de los usuarios de la comunidad son féminas, aunque se ha avanzado “mucho” y ya existen grupos específicos para ellas. “A la alcohólica se le considera ruin, sin moral. Ver tomar a un hombre parece hasta chistosito”, critica Magdalena, de 53 años y actualmente en recuperación...

Lee los testimonios de numerosos afectados, así como las entrevistas a Torres y a un representante del Ministerio de Salud Pública, en la edición impresa de EXTRA.