José Adolfo Macías Villamar, alias Fito, es el líder de Los Choneros. En la actualidad, es uno de los criminales más buscados en Ecuador. Las autoridades descubrieron, el 7 de enero de 2024, que había fugado de la cárcel Regional, de Guayaquil, pero no tendrían claro cómo o cuándo logró escapar.

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Cincuenta y dos días después de su desaparición, el 28 de febrero, en la Función Judicial se abrió un nuevo expediente a su favor, con el que ha pedido el cómputo de sus penas. De ahí, el 5 de marzo, consta un documento en el que se señala que la unidad que llevará este caso será la del juez Diego Rafael Poma Chamba, quien ya favoreció al líder criminal con una medida que impedía llevarlo a otra cárcel que no fuera la Regional.

Sin embargo, al momento de la notificación, la oficina se encontraba bajo el encargo del magistrado Edgar Oswaldo Ojeda Jiménez. En el escrito se precisa que el cuerpo de este caso consta de 72 fojas, en copias certificadas, con la solicitud de información a diferentes instituciones. 

EXTRA ha consultado a expertos en Derecho Penal para conocer en qué podría beneficiar este nuevo expediente a Fito o, de ser el hipotético caso, qué pasaría si él regresa a prisión y alega que nunca salió.

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El abogado Julio César Cueva sostiene que volver a la cárcel no le serviría de nada, porque se ha constatado públicamente su fuga. Además, explica que el expediente abierto a su favor buscaría la obtención de un beneficio penitenciario, como la prelibertad, pero este proceso se tendría que suspender, porque él ha fugado. También, desde su perspectiva, cree que por la situación que atraviesa el país no habría alguien que se atreva a brindarle alguna medida favorable.

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El abogado Kléber Carrión coincide en que el cómputo de la pena hace parte del camino a buscar un beneficio penitenciario. Él tampoco cree que Fito vuelva a la cárcel, pero señala que si lo hiciera, sería una vergüenza para el Estado. 

El experto, quien además fue oficial de Inteligencia en la Policía, apunta a que Fito y sus abogados buscarían conocer el total de sus condenas para tener claro ese detalle y luego, como parte de una posible estrategia, calcular cuánto tiempo le faltaría para la prescripción de sus penas.

De conocer esa información, sus asesores legales le podrían indicar cuánto tiempo permanecer desaparecido, para que luego pueda regresar a las calles sin que lo puedan detener. Por ese motivo, Carrión sugiere que las penas por narcotráfico y otros crímenes graves no deberían prescribir, para evitar que criminales cometan este tipo de artimañas.

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