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Diario Extra Ecuador

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¡Ancianitos esperan una mano solidaria!

Una pareja de esposos, que sobrepasa los 95 años, requiere atención y una silla de ruedas. Su hija, quien los atiende, tiene diabetes.

La hija, Lucía Quimí, es quien cuida a la pareja de abuelitos. Ella tiene diabetes y no trabaja a tiempo completo.

La hija, Lucía Quimí, es quien cuida a la pareja de abuelitos. Ella tiene diabetes y no trabaja a tiempo completo.Richard Castro

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A Matías Quimí y a su esposa Eugenia Villón le cayeron los años. Él tiene 100 y ella 95 años. Ambos bajo el cuidado de su hija Lucía, de 62.

Los adultos mayores viven en una casa familiar en la calle H, entre la 25 y la 26, en el suroeste porteño; en los predios heredados de un pariente. Lucía consiguió levantar un departamento pequeño de dos habitaciones en la parte posterior de la propiedad.

Se ingresa por un zaguán y al fondo, en el departamento que Lucía comparte con su esposo, Silvestre, también están los viejitos.

Ambos requieren cuidados especiales. Matías no puede moverse con facilidad, debido a su avanzada edad y porque hace unos años tuvo una caída y se fracturó la cadera.

Desde ahí camina ayudado por su hija y con una andadera de aluminio, que se ha ido torciendo debido al uso.

A Eugenia, en cambio, los años le han pasado factura a su mente, tan frágil para recordar las últimas situaciones en su vida, pero con la agudeza para acordarse de su infancia y los tiempos felices en el campo, donde creció rodeada de ciruelas y animales de granja.

Lucía es quien sostiene el hogar, pues su esposo sufre de la próstata y está postrado. No puede trabajar debido a su condición de salud, que por estos días ha empeorado con una fuerte tos.

Doña Lucía es el sostén de la casa y de sus padres, a quienes cuida, porque no hay más parientes que lo hagan, dice.

“De repente lo hace mi hermana, pero ella también pasa enferma y se le hace difícil cuidarlos”.

Para conseguir ingresos económicos, Lucía sale durante la siesta de sus padres al mercado, ahí labora por horas.

“Allí ayudo a pelar cebollas, organizar los productos de venta de algunas amigas y me pagan unos tres o seis dólares, dependiendo del día y del tiempo. También me dan productos para cocinar”, asegura la mujer, quien además sufre de diabetes.

Para tratar su condición requiere medicinas que no puede costear. Algunas se las facilitan en el subcentro de salud, pero debe esperar a que le den fecha de consulta para que le vuelvan a recetar; mientras tanto, cuando ya se le termina la dosis pasa varios días sin medicarse.

La mujer cuenta que hasta el año pasado sus padres recibían el bono de desarrollo humano, pero desde septiembre esa ayuda se canceló.

“Les eliminaron a ambos. Nos dijeron que ya no habría más bono para ellos, y no nos pagaron más. Esa era una ayuda para ellos”, comenta la señora.

Lucía considera que una silla de ruedas para su padre sería de gran ayuda, pues cada vez se hace más difícil la movilización.

“Ya no nos dan las fuerzas, ni las de él ni las mías. Y tampoco puedo salir a trabajar jornadas completas porque no hay con quién dejar a mis viejitos”, dice Lucía.

Otra forma de ayuda sería un taller o capacitación para Lucía, y la materia prima que requiera, para que ella pueda poner algún tipo de negocio en su casa, algo de manualidades, que pueda generar ingresos desde su domicilio.

AYUDA: Si está interesado en ayudar a esta familia, puede contactar a Lucía Quimí, al número telefónico 0959857333.

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