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Un 'Ángel' recibe las almas entre el dolor y el riesgo en Guayaquil

Decenas de deudos siguen acompañando a sus muertos hasta el cementerio "Ángel María Canals", pese al pico de contagios de covid. El Municipio asegura que se toman las medidas de bioseguridad.

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Los cortejos fúnebres que ingresan al cementerio del Suburbio Ángel María Canals son masivos. Los deudos no temen a los riesgos de contagios.Jorge Alvarado

Cánticos de cristianos evangélicos que dan el último adiós a un finado, resuenan hasta las barriadas cercanas al cementerio Ángel Maria Canals, en las calles 38 y la G, en el corazón del Suburbio oeste de Guayaquil.

Es una tarde ultra soleada de enero de 2022 y en la puerta principal del camposanto, un guardia de seguridad exige el carné de vacunación a uno de los últimos visitantes del día, a quienes no ha importado el clima agobiante para ir a llevar flores y oraciones a sus muertos.

"Apúrese, tiene unos minutos, que las visitas son hasta las tres y media nomás", advierte el vigilante, quien parece estar solo entre los muertos a esa hora del día. Sin embargo, al adentrarse al lugar, ríos de gente se cobijan bajo la sombra de las torres o cuerpos de bóvedas construidos en el 2021 para las nuevas inhumaciones en ese lugar.

Son deudos que a lo largo de la tarde llegan para enterrar a sus muertos en medio de llantos y desmayos provocados, en algunos casos, más por la sofocación que por la pena de haber perdido a alguien.

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Especialmente en fines de semana, las ventas ambulantes afuera del camposanto, no tienen ningún control sanitario ni de ocupación de la vía pública.Jorge Alvarado

Cada tarde de estos últimos días, los cortejos fúnebres entran cada 15 o 20 minutos por la puerta lateral del recinto, ubicada en la calle 40, sector por donde tras la pandemia de coronavirus el Municipio de Guayaquil ha construido nuevas 5.440 bóvedas y 1.720 nichos.

Una de los que van a enterrar es el de la señora Gloria Correa, cuya bóveda asignada es la Número 426. Hermanos, hijos, nietos lloran amargamente su partida.

Entre los muchos que acompañan su féretro para darle el último adiós, también hay vecinos y amigos de los deudos, quienes ni siquiera conocían bien a la mujer ni saben dé qué murió.

"No sé dé qué falleció, creo que de covid, pero mejor pregúntele a los hijos", dice un hombre que está acompañado de una mujer, quien tampoco sabe la causa del deceso.

Pero entre las alrededor de 60 personas que han ingresado a darle la despedida, algunas están sin mascarillas o las tienen mal colocadas. Se abrazan para consolarse. Están juntas en el dolor, pero también en el peligro, pues la ciudad y el país viven un pico de contagios que ocasiona ya 600 casos y 10,7 muertes diarias, según declaraciones dadas el 13 de enero por el COE cantonal.

Un improvisado 'concierto' de toses secas, estornudos y desgarradores gemidos se escucha también en otro cortejo fúnebre que acaba de llegar, y que se ubica a pocos metros de la congregación que hay entorno de la bóveda para la señora Correa.

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Este letrero cuelga cerca de la puerta por donde ingresan los féretros. Es letra muerta.

Un pelotón de pintores, albañiles y otros trabajadores autónomos, dentro y fuera del cementerio, tampoco parecen temer ante el riesgo del virus. Como si no pasara nada, los de afuera venden jugos, secos de pollo y tripas de vaca asándose al sol y al carbón; mientras los de adentro limpian y repintan lápidas y bóvedas. Les ponen gigantografías o las recubren con porcelanato, según los pedidos que le han hecho los deudos.

"Somos bastantes haciendo el mismo trabajo en este cementerio, pero asímismo, hay bastante trabajo", dice como haciendo un juego de palabras el joven pintor de brocha gorda, Carlos Ávila. Y para demostrarlo hasta saca una libreta donde a mano registra con un lápiz cada pedido que le hacen.

"La gigantografía (de 75 cm por 60 cm) vale 40 dólares", dice Ávila a un cliente, al referirse a esas fotos de las personas fallecidas adornadas con fondos celestiales, cruces, y mensajes de grandes deseos de que sus almas vuelen junto al Creador.

A las 16:00 el cementerio de los pobres, aquel donde las bóvedas son totalmente gratuitas, es un hervidero. No se entiende el efímero plazo de permanencia, dado por el guardia quien entró minutos antes de las 15:30 a hacer una visita a una de las tumbas.


El cementerio está ubicado en la Av 43 SO, aunque comúnmente se conoce al sector como las calles 38 y la G, fue construido hace más de 50 años. El sitio también cuenta con una pequeña capilla. 

Tampoco se entiende su exigencia de la presentación del carné de vacunación, cuando decenas de personas entran sin ese y otros requisitos sanitarios por la puerta lateral, con cada féretro a inhumar. Y eso que allí hay un letrero explícito que ordena el ingreso de solo 10 personas por entierro.

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Un solo entierro llena de gente el área entre las torres de bóvedas. A ratos hay varias inhumaciones a la vez .

Un usuario que no pudo entrar a visitar la tumba de su prima le inquiere al guardia la razón por la que deja entrar grandes grupos de personas por cada inhumación, a lo que este responde que se ha intentado controlar el aforo, pero que es una tarea difícil, por no decir imposible.

 "Hemos tratado de impedir que entren tantos (deudos) pero la gente se nos viene encima e intenta agredirnos cuando lo hacemos. Llamamos a la Policía, a veces vienen y se quedan viendo nomás pero no intervienen", precisa el joven custodio de piel trigueña y ojos pequeños.

"He escuchado que pronto se va a restringir el ingreso", dice uno  de los pintores que laboran en el adecentamiento de los túmulos o bóvedas en tierra.

Este diario consultó al Municipio sobre las medidas que se toman en el sitio ante la situación epidemiológica que vive la ciudad y Jorge Acaiturri, gerente general de la Empresa Pública Desarrollo, Acción Social y Educación (EP DASE), respondió que "mantenemos un aforo del 50 %, ingreso con presentación de carnet de vacunación, mascarilla, toma de temperatura y aplicación de alcohol en manos".

"Mantenemos un aforo del 50 %, ingreso con presentación de carnet de vacunación, mascarilla, toma de temperatura y aplicación de alcohol en manos".

​Jorge Acaiturri, gerente general de la DASE

Todo esto ocurre cuando en el Registro Civil se han incrementado los trámites de defunción. Al comenzar el 2022, en apenas cinco días hubo más de 700 de estas inscripciones a escala nacional. Y según datos del Ministerio de Salud, más de 33. 600 personas fallecieron desde que empezó la pandemia en Ecuador.

ATENDIENDO LA DEMANDA

Pero si hay algo que tranquiliza por ahora a la comunidad suburbana es la existencia de nichos y bóvedas para quienes literalmente no tinen un 'quinto' para enterrar a sus muertos. Si bién este pequeño cementerio, de no más de cuatro manzanas, ya no tiene espacios para inhumaciones en tierra, sí dispone al momento con 3.277 bóvedas y 1.329 nichos.

El Municipio tiene a su cargo otros cuatro cementerios en el cantón Guayaquil, pero en el caso del que está ubicado en la parroquia urbana Pascuales, no dispone al momento de espacios para nuevas inhumaciones.

En el 2020, durante la aparición de la pandemia, el Municipio y la DASE abrieron el cementerio del sector de Casuarina, para atender a ese popular sector del noroeste de la ciudad.

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Ya no existe espacio para inhumaciones en tierra en este camposanto, aunque sí visitas.  Jorge Alvarado

Acaiturri señaló que la entidad continuará trabajando en mejorar la infraestructura de estos cementerios, además de las tareas correspondientes de mantenimiento de las sus distintas áreas.

Son anuncios que confortan, sobre todo a los más pobres, aquellos que ven en el Ángel María Canals, uno de los pocos sitios donde la última morada no tiene precio y donde ellos también, llegado el momento, desean terminar allí con sus huesos y sus almas.

  • COSTOS Y TRAMITES

  • Todos los servicios como bóvedas, túmulos y nichos son totalmente gratuitos en todos los cementerios del Municipio de Guayaquil.

  • Requisitos solicitud de bóveda, túmulo o nicho.

  •  Autorización sanitaria para el manejo de cadáveres otorgada por el Ministerio de Salud Pública

  • Formulario de defunción emitido por el instituto nacional de estadísticas y censo (INEC)

  •  Certificado de defunción otorgado por el Registro Civil

  • Cédula de identidad de la persona fallecida y de quien realiza el trámite.

  •  Formulario de solicitud ingresado por ventanilla universal.

  •  Demás documentación que oficialmente se requiera en consideración a las circunstancias.