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Mujeres escogen a las víctimas de sacapintas
Los golpes dependen de la habilidad de las féminas. La policía está preocupada.

El pasado 21 de junio, los delincuentes interceptaron un patrullero para robar a sus víctimas.
El trabajo de Paula era recaudar dinero de un grupo de comerciantes y depositarlo en diferentes cuentas de una entidad bancaria.
Por dicha labor no cobraba un sueldo, sino que recibía una colaboración voluntaria de cada negociante.
La mujer no tenía un vehículo y se movilizaba en taxis o en el carro de quien le diera un aventón.
Su último día de trabajo fue el pasado 21 de junio, cuando junto a una colega pidió resguardo policial y, pese a ello, ambas fueron asaltadas. Los delincuentes amedrentaron a los uniformados, aunque luego los presuntos integrantes de la banda fueron detenidos en el noroeste de Guayaquil.
Es justamente en la zona 8, que además comprende los cantones Durán y Samborondón, donde los asaltos bajo la modalidad de sacapintas registraron un aumento de más del 33 % en el primer semestre del 2017, en comparación con el mismo período del año anterior.
Según las cifras facilitadas a EXTRA por la Policía Nacional, esta clase de robos a personas fue la única que experimentó un crecimiento (ver infografía).
El mayor Joffre Estrada, subjefe zonal de la Subdirección de Investigaciones de Delitos Contra el Derecho a la Propiedad (Sidprobac), sostiene que los sacapintas “es un tema de preocupación (...)”.
“Nosotros, como unidad investigativa, estamos enfocados para una respuesta contundente en los próximos meses a este tipo de delito, que efectivamente se está acrecentando”, destaca a este Diario.
El oficial detalla que los delincuentes suelen buscar a personas vulnerables, que realizan a diario las mismas rutinas. Aunque también manejan un centro de operaciones “mayor”: los alrededores de las oficinas bancarias.
Dentro de su ‘modus operandi’, los pillos eligen una unidad financiera y se despliegan para observar a las personas que retiran dinero o llegan con altas cantidades. Sobre esa base escogen a sus víctimas, explica el oficial.
Pero no trabajan solos. Lo hacen en grupos y se distribuyen en diferentes zonas. Cada miembro cumple una función, aunque la principal queda en las manos de una mujer, a quien los investigadores denominan “sacadora”. Es la encargada de observar y escoger a los objetivos.
“Ella es la que hace columna, perfila a la víctima y ve cuando la cajera entrega el dinero. De ahí, avisa a sus cómplices, quienes permanecen fuera, en motocicletas o autos, y proceden a interceptar a las personas con armas de fuego”, indica Estrada.
En definitiva, explica el general Marcelo Tobar, comandante zonal de la Policía, este delito consiste en hacer “un oscultamiento” de quienes sacan dinero o efectúan otras operaciones, como traslados de valores.
“La tarea de la delincuencia es esta: estar siempre al acecho de estos delitos que se denominan de oportunidad, en los que las víctimas dan la oportunidad para que se cometan y no hacen observación a nuestras recomendaciones”, destaca.
De ahí que haga una sugerencia contundente. “No porten tanto dinero ni saquen en efectivo. Para eso se tiene la tecnología. Se pueden hacer transferencias, utilizar menores cantidades de dinero o, si es necesario, que llamen al ECU 911 para pedir el auxilio de la Policía. Muchas personas no lo hacen”, resalta.
Autorrobos
Aunque no precisa datos concretos, Tobar revela que en una gran cantidad de estos casos, tras las investigaciones, “se determinó que eran autorrobos”.
También argumenta que esta clase de delitos es “la problemática” de Guayaquil, un puerto “con una alta gama de comercio, una circulación de capitales alta y personas que no toman las medidas de protección”.
Además, según el fiscal Víctor González, de la Unidad de Delitos Flagrantes, el delincuente busca zonas estratégicas “donde no haya mucho control policial”, pese a que en estos últimos meses, “la labor policial se ha incrementado y se realizan operativos de requisas en diferentes sitios”.
Porque mientras los investigadores generalmente “se trasladan a sitios conflictivos”, los sacapintas operan en barrios donde hay “una mayor concurrencia” de personas.
“Por eso no hay que descuidar la parte céntrica. El delincuente está buscando estos lugares: escenarios como centros comerciales y sectores bancarios, donde haya movimiento económico”, remata el funcionario de la Fiscalía.