Dos pastores alemanes lamían la sangre que quedó empozada en un hueco de un bosque ubicado en San José de Jarrín, en el norte de Quito.

Tres horas antes, en ese mismo lugar, un adulto mayor murió desangrado, luego de que habría sido apuñalado por un desconocido.

En una cancha cercana, José Vargas jugaba con sus vecinos y escucharon los gritos desesperados de una mujer. Era la señora que vive en el bosque, quien llegó asustada para pedir ayuda. Vargas, junto al guardia de seguridad y otros moradores bajaron hasta la zona donde hay unas bancas y una mesa de madera.

Cerca de ahí yacía el cuerpo agonizante de un hombre. “El pobre botaba mucha sangre que se hizo un charco cerca de él”. dijo Vargas.

Luego llegó un agente motorizado y se percató que la víctima tenía una herida de puñal en el muslo derecho. Llamó a una ambulancia, pero a su llegada el paramédico confirmó el deceso.

El policía revisó sus pertenencias y encontró su billetera. El fallecido se llamaba Hugo Castillo y tenía 70 años. Los moradores comentaron que no vivía en el sector, pero Vargas dijo que lo había visto en un par de ocasiones en las canchas de vóley.

La mujer que halló el cadáver comentó a la Policía que Castillo habría estado conversando con una mujer antes de sufrir el ataque. Los agentes pidieron las características de ella y realizaron un operativo por la zona, pero no la encontraron. Se presume que habría sido un intento de robo.

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La mujer que alertó del hecho contó a los uniformados que un sujeto llegado de un país vecino y que suele atracar en el sector habría sido el responsable del ataque.

Karla vive más de 40 años en el lugar. Ella sufrió un asalto hace dos semanas y comentó que los delincuentes se esconden en el bosque luego de los robos.