Pasadas las 22:00 del sábado 6 julio, en las calles Rosendo Avilés y Esmeraldas, en el sur de Guayaquil, se produjo un ataque armado que provocó los decesos de dos personas. La fachada de una unidad educativa, fuera de la cual se encontraban las víctimas, quedó con ocho orificios generados por impactos de proyectiles, como muestra de la intensidad del atentado.

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Una de las residentes narró que, en el momento del suceso, ella se encontraba en su vivienda y escuchó sonidos similares a los estallidos de juegos pirotécnicos. Evitó salir, pues rápidamente se percató de que los estruendos correspondían a disparos.

"Eso se escuchó como una ráfaga, fueron disparos como en seguidilla", contó la mujer la mañana de este domingo, mientras salía hacia un templo.

¿Qué se conoce de las víctimas? 

La moradora mencionó que una de las personas asesinadas fue un ciudadano que se dedicaba a cuidar carros en el sector.

"A él venían a dejarle los carros aquí y los cuidaba", comentó la mujer, quien había visto al hombre en varias ocasiones. Ella dijo también que, según su aspecto, él parecía tener más de 50 años. 

A través de información policial se conoció que una de las víctimas fue Ariel Alberto Vega Vega, de 37 años, quien no registraba antecedentes penales. La otra persona que perdió la vida a tiros aún no ha sido identificada y quizá podría ser el cuidador de carros.

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Según los datos policiales, en el sitio se encontró 15 vainas percutidas de calibre nueve milímetros. Desde ahí fueron retirados los cadáveres hacia el laboratorio de Criminalística. Estaban tendidos a una distancia de unos cuatro metros uno del otro. 

La Policía inició las investigaciones correspondientes para determinar la causa del ataque a tiros que, posiblemente, fue un ataque dirigido. Uno de los detalles por establecer es si el atentado fue contra una de las víctimas o ambas.

Esto había en el sitio del doble crimen

La mañana de este domingo, en el lugar de los hechos había una gorra que pertenecía a una de las víctimas. También había barajas de cartas, colillas de cigarrillos y dos velas que los moradores colocaron para rezar por los occisos.

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