El sacerdote de la Policía Nacional, Christian Carrillo, llegó a la inauguración de la nueva y tecnificada sala de autopsias en Medicina Legal, norte de Quito. Mientras bendecía la morgue, que continúa en el mismo lugar, el curita exclamó: “Dios, aleja las fuerzas negativas del demonio”.

Carrillo recorrió las modernas instalaciones echando agua bendita en cada una de las áreas donde se practican las necropsias, el reconocimiento de los cadáveres que llegan sin ser identificados y la sala de entrega de los cuerpos.

Las antiguas y desgastadas mesas de metal fueron reemplazadas por ‘quirófanos’ donde hoy se practican las diligencias forenses. El lugar dejó de ser un sitio lúgubre, que ahora cuenta con reflectores especiales que iluminan cada uno de los lugares de las salas de Medicina Legal.

Son tres mesas, cada una equipada con implementos modernos: cámaras de vídeo, fotográficas y un monitor donde se observa en tiempo real el trabajo que realizan los médicos legistas durante las autopsias. “Las flamantes instalaciones serán para dar un tratamiento digno a los fallecidos, porque así se merecen”, manifestó el general Milton Zárate, jefe de Estado Mayor, de la institución policial.

“Hace 45 años, la morgue funcionaba en el centro de Quito, entre las calles Cuenca y Mideros, donde los cadáveres por ley eran sometidos a las necropsias sin respeto alguno, tanto para los profesionales que trabajaban en esa época en esa difícil tarea, peor aún para los familiares”, recordó la autoridad policial.

La forense Sandra Andrade labora 20 años en el lugar. Ella manifestó que “en la sala de tanatología (estudio de los efectos que produce la muerte en los cuerpos) las mesas están completamente equipadas para brindar un mejor servicio a la comunidad, sobre todo, para reducir el tiempo de entrega del cadáver a los familiares”.

Las fotografías y vídeos se entregarán a las autoridades de justicia cuando lo soliciten para las investigaciones.

Luis Figueroa, médico legista, detalló que se ha cumplido con un sueño anhelado, para dar un buen trato a la persona fallecida, realizando un trabajo técnico científico a cabalidad. (HA)