En la cooperativa Desarrollo Comunal, ubicada en la Isla Trinitaria, al sur de Guayaquil, un fascinante monumento dedicado al ciclismo se ha convertido en un ‘tres en uno’ positivo para toda la comunidad: decora y da realce a este conflictivo sector, unió a los vecinos en su elaboración, cuidado y mantenimiento, y finalmente alienta al deporte.

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La inspiración detrás de esta iniciativa, según los vecinos de aquel barrio, surge con el fin de revitalizar un espacio que antes era utilizado como vertedero de basura y ponía en riesgo la salud de los residentes debido a la acumulación de desechos, además de servir como refugio para los consumidores de droga.

Un grupo de 15 personas lideró esta original idea que después de sus jornadas laborales diarias, dedicaban tiempo para afinar cada detalle y dar forma a su proyecto, a fin de transformar el deteriorado lugar en una expresión artística.

Para dar vida a la escultura, incorporaron dos bicicletas pequeñas a los lados, conectadas mediante un ingenioso sistema de poleas, cuyo rodamiento se basa en dos bandas de caucho, lo que genera el movimiento del ciclista.

En diálogo con EXTRA, Jorge Carbo, uno de los creadores de este monumento, explica que “este proyecto está mentalizado por una persona que quiere pasar en el anonimato, pero nosotros somos un equipo, algunos integrantes son pintores, soldadores, mecánicos; la finalidad de todo esto es incentivar el deporte en los niños y jóvenes”.

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Los vecinos se turnan para poder vigilar el monumento, hacen guardias para siempre estar pendientes y evitar que algún ‘amigo de lo ajeno’ llegue e intente llevarse los materiales. Por eso mantienen bien alumbrado el lugar.

Aún faltan algunos detalles, como ‘vestir’ al ciclista gigante. Su traje será tipo formal, ya que “la idea es manifestar que todos hacen ejercicio, incluyendo los que trabajan en oficinas y los comerciantes”, asegura Carbo.

Andrés Constante, otro de los partícipes de este proyecto, expresa que se siente muy complacido, ya que está viendo los frutos del esfuerzo. “Ahora las personas vienen a tomarse fotos, están alegres, se acercan a ejercitarse; también en horas de la tarde la gente hace cola para sentarse en las bicis, además que nos han donado pinturas para los filos de la vereda y que esto se vea más colorido”.

Hoy en día, el entorno resplandece, brindando a los residentes la oportunidad de disfrutar momentos de diversión, realizar actividades físicas y capturar memorias inolvidables.

Aunque la construcción aún no ha concluido, pues existe la esperanza de captar la atención de las autoridades municipales para que intervengan en la mejora de los parques locales y solucionen los problemas de iluminación.

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