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Cantantes en el parque Centenario 'transportan' a su público al Guayaquil antiguo

Tres artistas pasan su tiempo libre en el emblemático sitio de Guayaquil ‘endulzando’ los oídos de todos. Para ellos, ese espacio es su lugar de distracción y seguridad

MUSICOS EN EL PARQUE CENTENARIO
Rolando Tuárez usualmente canta al pie de la Columna de los Próceres, ubicada en el parque Centenario.Alex Lima

Escuchar a Rolando Tuárez, Óscar Zamora y Félix Gómez cantar los éxitos de la música nacional en una de las bancas del parque Centenario, ubicado en el centro de Guayaquil, es como transportarse a la época en la que Julio Jaramillo deleitaba a sus fanáticos en vivo.

Al son de sus guitarras se aprestan a entonar la última canción que el grupo de ‘panas’ cantará hoy. Es tarde y la lluvia se avecina. Unas pocas gotas empiezan a espantar a los visitantes del parque y, por ende, al público del trío que, aunque no tiene nombre, le hace una oda al Guayaquil antiguo.

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“Cantemos esta última rápido porque nos mojamos”, dice Rolando, un hombre de 57 años originario de La Manga del Cura (Manabí), pero que migró a la Perla hace más de 30.

Él para sostener a su familia se ha desempeñado como comerciante de libros y es quien lidera en ese momento el son de la música.

“No, pues. Mejor cantemos ‘Bella pequeñita’, esa es guayaquileñísima”, refuta Rolando a Félix, de 73 años, quien propone otra melodía. Finalmente, los primeros acordes suenan y quien hace de vocalista, Rolando, empieza a cantar.

MUSICOS EN EL PARQUE CENTENARIO
Félix suele ser quien lleva el ritmo en la guitarra en el trío.Alex Lima

“Bella pequeñita, atiéndeme mi ruego que una honda pena te quiero contar...”, se escucha en un tono de voz grave, pero afinado. Félix lo acompaña con la guitarra que, al igual que la voz, está en su punto. Un poco más allá los sigue el último de los integrantes del trío, Óscar, cuyo nombre artístico es Lucho Barrios porque siempre ha preferido las obras del cantante peruano. “Siempre me han gustado sus canciones”, menciona el hombre de 82 años.

Así, entonados y al mismo ritmo, continúan por otros tres minutos, el tiempo que dura la canción. “En este parque debería haber una concha acústica. Ese espacio ayudaría a músicos que, como nosotros, no tienen apoyo de alguna empresa grande para darse a conocer”, dice Rolando.

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Pese a conocerse hace algunos años, Rolando, Óscar y Félix no se han preocupado por ponerle nombre al grupo.

Los tres, desde hace varios años, se reúnen desde las 10:00 hasta las 18:00 para cantar y distraerse. “Es nuestra manera de encontrar diversión”, afirma Óscar, quien lo entiende como un hobbie.

Sin embargo, cada uno de ellos tiene una historia en particular. Félix aprendió a entonar la guitarra de manera empírica. “Tuve que ver a mis amigos que llegaban a la casa para aprender. Observaba y a veces preguntaba algo”, relata, e incluye que lo hizo cuando ya era algo ‘maduro’: a sus 25 años.

Tiempo después, ya que su voz siempre fue su talento principal, lo contrataban en algunos bares para cantar y, al ver al guitarrista acompañarlo, le preguntaba cuál era el tono en el que estaba. “Poco a poco le encontré el tino y me fui de largo. Cogí una guitarra eléctrica y con esa empecé”.

Luego pudo estudiar y especializarse en su arte y se convirtió en un arreglista que terminó dando clases en algunas academias de la ciudad. “Pude haber llegado lejos, pero no siempre se presentan las oportunidades”, lamenta.

Su compañero Rolando, por su parte, resalta que la ventaja de los músicos de ahora es que pueden usar las redes sociales como catapulta, pero “siempre es necesario un plan del Estado para impulsar los posibles talentos que se pierden día a día”. Y aunque Rolando también ‘le hace’ a la guitarra, él sí fue instruido por un maestro. “A mis 20 años, Joaquín Naranjo Baidal me enseñó”, relata.

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El turno de cantar es de Óscar, a quien conocen como Lucho Barrios.Alex Lima

En cuestión de variedad, el trío complace a todos sus espectadores. “Canto cualquiera canción de música nacional, como los hermanos Miño Naranjo, los hermanos Montecé, Máximo León, pero prefiero a Julio Jaramillo”.

Y al igual que Rolando, Félix es ‘todólogo’. “Canto de todo, sin excepción. Hasta hago chistes”, dice entre risas.

Pero como no todo es color de rosas, Óscar, a quien prefieren llamar Lucho, le hace honor al apodo que le dieron hace más de 20 años. “Puro Lucho Barrios y Julio Jaramillo, no me pueden pedir más”, expresa con cara de resignación.

Sus reuniones en el parque Centenario son, para ellos, una forma de sentirse libres, de hacer lo que les gusta y de compartir con otras personas.

Los amigos se conocieron por la música. “El arte nos unió”, coinciden. Ahora, afirman, no hay mejor escape que llegar al parque Centenario para encontrarse. “Nos reímos, gozamos y hasta contamos las penas, pero con canciones”, agrega Óscar.

Y justo cuando la lluvia empieza a caer un poco más fuerte anuncia el fin del show. Ellos se levantan y abandonan la que hasta hace pocos minutos ha sido su tarima. “Hay que cuidar la salud también”, dice Félix.

Caminan juntos unos metros, se despiden y cada uno toma su rumbo, sabiendo que la ‘cita’ con el arte y la música nacional se repetiría al día siguiente, sin falta.