A Lucía Escobar la embarga una doble tristeza. La madrugada del lunes 8 de febrero su amigo y vecino, Jimmy Orlyn Prado Ayoví, fue asesinado con cinco puñaladas. Pero lo que más perturba a la adulta mayor es que el causante de su pena sería su propio nieto.

La señora contó que la noche del domingo pasado, Jimmy y Kenny, uno de los descendientes de su hija y el presunto asesino, mantuvieron una discusión por un riña que había ocurrido ocho días atrás.

“Me siento mal porque mi nieto mató a un inocente. Me duele porque es mi sangre, pero tiene que pagar por lo que hizo. Conocía al vecino desde hace muchos años, fuimos fundadores en este sector. Hace algunos días aconsejé a mi muchacho, le dije que tenía una hija, que evite problemas”, relató la septuagenaria.

El asesinato de Prado Ayoví, de 52 años, ocurrió en las calles la Octava y la Ch, en el sector del Cristo del Consuelo, suroeste de Guayaquil.

Su esposa, Gina Espinoza Cabezas, relató que ocho días antes, el domingo 31 de enero, Michael, el menor de sus hijos, mantuvo un altercado con su vecino, pero pensó que con el pasar del tiempo el problema se había olvidado.

“Este joven le dijo a mi esposo que quería hablar con mi hijo para solucionar cualquier inconveniente. Él creyó en sus palabras y se acercó a su vivienda ubicada a dos casas de la nuestra, pero todo era mentira, porque lo que hizo fue atacarlo con un cuchillo. Si mi hijo hubiera ido lo habría matado a él”, aseguró entre lágrimas la viuda.