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El ‘cazador’ de volcanes
Roberto Valdez, Robinski, pasa sus días entre la aventura y la naturaleza, para capturar imágenes impactantes. El Sangay es uno de sus ‘mejores clientes’. Busca crear conciencia ambiental.
Atacado por toros salvajes, perdido, en apuro, pero siempre alerta a sus ‘presas’: los volcanes. Y siempre con su arma: su cámara fotográfica.
Para Roberto Valdez, la aventura va de la mano con lo que le apasiona cada vez que debe adentrarse entre montañas y valles para contemplar, junto al lente de su cámara, los imponentes paisajes que regala la naturaleza.
El volcán Sangay, en pleno proceso de erupción, es uno de sus ‘clientes’ más fieles. Y luego de fotografiarlo por la noche, se alista para emprender un nuevo camino hacia el ‘taita’ Chimborazo sin antes alcanzar a conversar unos cuantos minutos con este Diario. “Ya mismo salgo y me quedo sin señal, vuelvo dentro de cuatro días”, empieza.
Un abrigo con su marca personal estampada en un costado y en su mano derecha la cámara son dos de los principales elementos que acompañan a Roberto, mejor conocido como Robinski, en medio de la vida salvaje de la que goza Ecuador y el mundo, con el objetivo de compartir su realidad con los demás y crear conciencia medioambiental.
“La gente a veces se sorprende de paisajes que descubro y que no sabían que existían… ‘tenemos varios volcanes activos, se puede ver la vía láctea desde Ecuador’… cosas por el estilo”, cuenta el fotógrafo guayaquileño de 28 años.
A pesar de ser relativamente joven, se ha dedicado a capturar paisajes desde hace ya ocho o nueve años. Sin embargo, hace apenas dos ha empezado a ver “frutos” de su trabajo, económicamente hablando.
Consciente de que no es un camino fácil y que lleva tiempo, Robinski tuvo que probar otras ramas de la fotografía para reconocer cuál era la que realmente le apasionaba. “Pasé por retratos, trabajaba en la fotografía de productos y alimentos, pero de verdad fue una pequeñísima etapa de mi vida que casi ni la menciono”, cuenta.
Parte del camino del que habla este apasionado por los volcanes tiene que ver con el proceso de sacar una foto y, a pesar de que el camino se disfruta, existen momentos que pueden llegar a complicar las tomas. “Me he perdido en las caminatas, los GPS no funcionan tan bien como uno quisiera. Ha llovido y no he tenido las capas suficientes para retener el agua. Siempre pasan este tipo de cosas. Un día estuve a punto de ser atacado por toros salvajes en Culebrillas y también en el Cotopaxi, ahí tienen criaderos”, narra con algo de risa.
Como en cualquier otro trabajo, la jornada inicia temprano por la mañana, aunque en el caso de él suele arrancar antes de que salga el sol. “A primera hora del día es cuando más actividad hay”, asegura quien además hoy es embajador de la multinacional Sony en Latinoamérica.