Anahí Tocagon limpiaba la tumba de su sobrino que no pudo ver la luz. Ella y su madre fueron ayer hasta el cementerio de San Diego, en el centro de la ciudad.

La joven le pidió a un señor que le ayudara a pintar la pequeña lápida, mientras ella colocaba un ramo de flores y un par de estampas a los costados, adelantándose al Día de Difuntos.

“Antes solíamos traer comida para quedarnos más tiempo, pero ahora es diferente por la pandemia”, comentó. A pocos metros de ahí, un grupo de militares requisaba a un hombre que caminaba con actitud inusual por el camposanto. “Debemos resguardar a los usuarios”, dijo un soldado.

Cerca de los mausoleos, Margarita Tello llevaba de la mano a su madre hasta la tumba de su hermano, quien falleció en 2006. La mujer mencionó que suelen ir todos los fines de semana, pero el coronavirus los apartó de dicha tradición. “Iremos a comer alguito y luego cada uno se irá a su casa”, manifestó.

Al fondo, en la zona de las tumbas, se escuchaba que un grupo de mariachis entonaba la canción ‘Amor eterno’.

Los músicos estaban dedicando una serenata a la madre de Freddy Lanchimba, fallecida el año anterior. El hombre recordó que su mamá murió por un cáncer y que no pudieron visitarla como quisieron por la pandemia. Ayer le llevaron flores y le dedicaron un repertorio musical.

En el área de las personas que murieron por COVID-19, Bryan Allauco acomodaba unos adornos que llevó a la tumba de su progenitor.

El joven indicó que su padre fue quien les enseñó a no perder la costumbre de visitar a los familiares fallecidos. “Ahora, hacemos honor a sus enseñanzas”.

OPERATIVOS DE CONTROL

Arturo Gualoto, inspector del Cuerpo de Agentes de Control Metropolitano (CACM), explicó que de acuerdo con las disposiciones de las autoridades se acordó que los uniformados de las FF. AA. y la Policía Nacional se encarguen del control del espacio público, apoyo a la seguridad ciudadana e información turística.

Hoy habrá 26 agentes metropolitanos en las afueras del cementerio de San Diego, habrá ocho en el de El Tejar y seis en el de La Basílica. El único percance que hubo ayer, según Gualoto, fue que un limpiabotas quiso cobrar más de lo debido y se formó una pequeña riña.