“En la foto se ve que parecen cabezas de perro, porque la forma del cráneo. Pero si ellos dicen que es de cerdo, ¿qué se puede hacer?”, reflexiona Carlos González, cuidador de autos en el centro de Guayaquil, al conocer los resultados del análisis del Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) sobre el caso del ‘chifa del terror’.

(Lea también: Chifa del terror en Guayaquil: los cráneos no eran de perro ¿De qué especie se trata?)

Él fue uno de los primeros en identificar el polémico comedor asiático, clausurado por las autoridades tras descubrir condiciones extremas de insalubridad y, lo más alarmante, varias cabezas despellejadas dentro de un congelador.

Según informó la entidad, el análisis fue realizado por técnicos especializados en fauna silvestre, quienes determinaron la especie a partir de rasgos anatómicos como la forma del cráneo, la dentadura y la mandíbula. “La evaluación se basó exclusivamente en estructuras óseas”, se precisó en el comunicado oficial.

La aclaración del MAATE parece aliviar, en parte, el impacto de la noticia. “Esto da más tranquilidad porque si, como dicen, es chancho, está bien. ¿A quién no le gusta un buen chaulafán o un tallarín salteado?”, añade Carlos.

Aun así, reconoce que el daño está hecho: “Las personas igual tendremos desconfianza, más aún de los locales de aquí del centro. No es primera vez que hay este tipo de noticias por aquí”.

Aunque era oculto, el 'chifa del terror' habría operado tipo delivery

La percepción general entre quienes frecuentan la zona sigue cargada de sospechas. Álex Arreaga, otro trabajador de estacionamiento, asegura que tras difundirse el primer reportaje, fue testigo del miedo de muchos conductores: “Las personas se asustaron. Lo primero que me preguntaban era dónde era aquel chifa y yo les contaba que era arriba de aquel edificio. Muchos celebraban que nunca comieron allí, pero yo siempre vi que salía comida para llevar en motos eléctricas, y eso fue por años”.

Arreaga añade que, aunque ya se aclaró el origen de los restos, la desconfianza persiste, pues también se hallaron animales poco comunes como una anguila. “No entiendo por qué los dueños no cuidan la higiene. Yo no vuelvo a comer chifa en el centro”, lamenta.

Una joven trabajadora de la zona, que prefirió mantener su anonimato, se mostró más confiada en las instituciones: “Yo creo que si los mismos de Arcsa dieron a conocer esto, es porque están haciendo su trabajo. Pero igual, ya con todo aclarado, no pienso volver a comer en chifas por un buen tiempo. Es mejor desconfiar de todo”.

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