“Hagan lo posible por encontrar a mi hijo. Como padres saben lo que siento al no saber de un hijo”, es parte del clamor de la madre del cabo de la Armada de Chile, Luis Isaac Toledo Cruces, secuestrado la noche del martes 29 de noviembre en una urbanización de la parroquia La Aurora, en Daule.

El uniformado, de 31 años, tiene aproximadamente 12 meses residiendo en Ecuador, pertenece al buque escuela Esmeraldas. En nuestro país conoció a su esposa y por tal razón solicitó licencia de dos años sin remuneración.

La madre del extranjero agradeció el apoyo a las autoridades de su país y de la institución en la que su hijo presta servicios. “Gracias por las cadenas de oración. En estos momentos tristes es cuando uno necesita más apoyo. Pedimos que nos cooperen. Mi hijo tiene un año afuera. Sigan investigando, queremos traerlo pronto a Chile”.

Otro pariente indicó que la denuncia fue puesta en Ecuador por la esposa de Luis Isaac y que han estado en contacto con la Cancillería, el Ministerio de Defensa y la Armada.

En la querella, la cónyuge de la víctima relata que al regresar a la casa se percató de la ausencia de su esposo.

Tres horas después, a las 00:00 del miércoles 30 de noviembre, recibió el primer mensaje de los delincuentes. “Me decían que mi esposo tenía un problema y que si lo iba a ayudar. Acto seguido me enviaron una fotografía, en la cual estaba amarrado de pies y manos, le habían cortado un dedo, me pedían 100.000 dólares”, cuenta la cónyuge.

En los mensajes también le advertían que todo dependía de ellos y de que paguen el dinero exigido. “Si usted arregla hasta pastillas le hago dar. Hasta que lo aflojemos. 100 mil dólares. Pregúntele a alguien allá. Confirmen rápido porque está sangrando mucho”.

Toledo es oriundo de Florida, una comuna de la zona central de Chile, ubicada en la provincia de Concepción.

Los secuestradores mantuvieron contacto con la familia de la víctima hasta este miércoles. “Los audios, fotos y vídeos son muy fuertes y desgarradores. La policía de allá (Ecuador) tiene una manera diferente de ver las cosas. Para ellos es el pan de cada día, viven la delincuencia a diario y saben cómo funciona. Acá nosotros no”, manifestó otra allegada del chileno.