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Diario Extra Ecuador

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Iniciativas que inspiran: los hombres que aportan recogiendo colillas

Miguel Andagana lidera una en Galápagos bajo el nombre de Colillas Asesinas y Miguel Garau, otra llamada ‘No más colillas en el suelo’.

Una colilla contiene 70 sustancias tóxicas.

Una colilla contiene 70 sustancias tóxicas.Archivo

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Miquel y Miguel están a catorce horas y media de distancia, solo se han visto por redes sociales —el uno vive en España y el otro en Galápagos—, pero tienen la misma afición ambiental: recolectar colillas de cigarrillos y contagiar a quienes conocen de su iniciativa.

No es un ‘hobby’ que adquirieron porque sí; en realidad se debe a lo que este desperdicio que dejan los fumadores puede ocasionar una vez liberado en el suelo.

Por ejemplo, un acto tan sencillo como arrojar una colilla desencadenaría esto:

- Tardan de 2 a 10 años en degradarse en el medio ambiente.

- Más de 70 sustancias cancerígenas por cada cigarro.

- Estudios aseguran que cada colilla contamina hasta 50 litros de agua dulce y hasta 10 litros de agua salada.

- La Universidad de Longwood realizó un estudio para probar sus efectos. Puso en contacto colillas con pulgas de agua. Resultado: para concentraciones de menos de 0,125 colillas por litro, las pulgas mueren en menos de 48 horas.

Esos no son los únicos datos. La experiencia de Miguel y Miquel revela aún más.

Miguel Andagana —más conocido como Miguicho— inició a recoger colillas en 2013, cumplió 68 años y sigue con esta actividad: “Ya son 500 libras de cigarrillo las que he recolectado”, cuenta.

En su relato ‘Miguicho’ pone muchos ejemplos de lo contaminante de una colilla, sobre todo si se dejan en Galápagos: “En Puerto Ayora hemos perdido siquiera un 98% de las aves que habían”.

Su evidencia principal está en sus 60 años que lleva viviendo en el archipiélago —originalmente es de Ambato—: “En el 58 cuando llegué, usted abría los brazos y se sentaban los pájaros, pero ahora hay que verlos con largavistas y muy arriba”.

Miguel también habla de los pájaros brujos que ya hay muy pocos, de los pinzones que han bajado en gran cantidad y de los albatros, a quienes hasta les han encontrado con colillas de cigarrillo en sus estómagos.

Él insiste en que “este proyecto es de una sola persona, yo no tengo apoyo de nadie”, pero lo que hace se cuenta a través de su cuenta de Facebook Nicotina Asesina al mundo y la página web Miguicho Nicotina Asesina.

La historia alrededor de él ha llamado tanto la atención que su vida fue captada por el realizador Nas Daily con dos videos, de un minuto de duración cada uno.

Miguel, sin embargo, no está del todo solo.

Miquel Garau empezó en 2016 algo similar en España a través de ‘No más colillas en el suelo’ (NMCS).

A sus 33 años ha hecho que una idea personal se esparza por el mundo con la ayuda de lo que él denomina “embajadores”, ya suman 40 y es así como se han creado páginas en Facebook con el mismo eslogan, pero recolectando desde Bogotá, Buenos Aires, Mallorca, Barcelona.

Aunque la idea es que nadie bote las colillas, la solución para este problema global, Garau la explica así:

“Promovemos que al igual que el corredor nunca saldría a correr en sandalias sino con zapatillas de correr, que el fumador haga uso del cenicero portátil, es decir, que lleve siempre encima un cenicero”.

Miquel un es coaching ambiental por vocación que sabe de los alcances contaminantes: al menos en España gracias a las colillas se producen más de los 50% de los incendios forestales y da un dato más: “Los cigarrillos están hechos de acetato de celulosa (fibra plástica)”. Ese material lo encuentran los animales, lo comen y termina perjudicándolos.

Su modo de contrarrestar esto es con lo que ha denominado ‘Colillatón’ que son recogidas colectivas de colillas en varias partes. En Barcelona darán este primer paso el 1 de abril y para el 7 de julio ha programado una en todo el mundo. ¿La meta? Un récord mundial en recolección.

Tanto Miguel y Miquel combinan con sus oficios su preocupación por el mal que generan las colillas, eso sí, ambos insisten en hacerlo sin perder el respeto por los fumadores.

Miguel ofrece terapias alternativas en Galápagos y vende artesanías fabricadas con las colillas que recoge.

Miquel es entrenador personal y el organizador de los colillatones. La pregunta que se hace y que propone para reflexionar es una sola y es esta: ¿Alguien ha pensado alguna vez en el cáncer medio ambiental?

Al final ni Miguel ni Miquel están aislados en sus propuestas ambientales: el trabajo se replica en Bruselas con ‘Leo not Happy’ y en Francia donde ya se producen artefactos bajo el nombre de MeGó para recolectar las colillas de cigarrillo y convertirlas en plástico reutilizable.

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